DESARROLLO. La flexibilidad del hogar le
permite al adolescente aprender por sí mismo qué actividades le interesan a
través del método de prueba y error.
La
adolescencia es la etapa en la que las personas empiezan a replantearse muchos
aprendizajes y enseñanzas que adquirieron durante su infancia. Según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), durante esta etapa “experimentan un
rápido crecimiento físico, cognoscitivo y psicosocial”, lo cual los lleva a
tomar decisiones y refutar ciertas creencias o pensamientos.
Este
aprendizaje va de la mano de un mecanismo de prueba y error, por lo que resulta
fundamental incluir una variedad de actividades en el día a día del
adolescente, a fin de que pueda encontrar una opción más acorde a sus intereses
y decidir en qué ocupar su tiempo de esparcimiento. Las vacaciones, por ende,
son un momento crucial en el que el adolescente puede experimentar nuevas
actividades relacionadas con el arte, el deporte, el teatro, entre muchas
otras.
¿Cómo orientar a un
adolescente para elegir qué hacer en vacaciones?
Para
Mario Albán, psicólogo clínico, psicoterapeuta y docente de la Universidad
Internacional del Ecuador (UIDE) el proceso es semejante al de hacer una
investigación, y está definido por etapas como el diálogo y la observación.
La
base de todo siempre será el diálogo. Para ello, es importante iniciar con
preguntas abiertas, como ¿qué te gusta?. Una vez que ya se han revisado los
temas generales, se puede profundizar con preguntas más específicas, como:
¿cuál opción escogerías? o ¿cuáles opciones te llaman la atención?
Como
en cualquier indagación, es fundamental considerar la observación. Los padres
deben prestar atención a lo que demuestran sus hijos para entender qué le gusta
o le atrae. “A través del diálogo y la observación, los padres pueden construir
una mejor idea sobre qué es lo que prefiere su hijo o hija”, indica Albán.
El
especialista resalta que es primordial evitar proyectar los deseos o los gustos
del padre o la madre en los hijos. Ignorar esto podría conducir a que el
adolescente se vea forzado a realizar cierto tipo de actividad únicamente para
complacer a sus padres. La opción de seguir los pasos de su madre o su padre
puede estar sobre la mesa como un interés compartido, pero sin ser considerada
una obligación.
¿Qué papel juegan los padres?
Para
Albán, es fundamental que todos los individuos tengan actividades adicionales a
sus responsabilidades. Por esta razón, en el caso de los vacacionales, hay que
considerar opciones fuera del campo académico.
La
motivación también es un factor clave. Tanto a un niño como a un adolescente no
se le puede inculcar una actividad de un día para otro. “Es trabajo de los
padres crear el interés en el sujeto, pero no es una obligación”, indica. Esto
conlleva a un factor valioso: la flexibilidad.
Este
“hogar democrático”, como se conoce desde el punto de vista psicológico,
permite que todos los miembros de una familia tengan una decisión y un voto. De
esta manera, el o la adolescente tiene la oportunidad de experimentar una o
varias actividades sin la presión de tener que quedarse con alguna de ellas.
Según
Unicef,
“establecer una conexión con los hijos o hijas adolescentes es la base de su
bienestar mental y su aprendizaje social y emocional”. La comprensión de parte
de su familia permite que el adolescente aprenda a través de su propia
experiencia, con equivocaciones y errores que le permitan conocer sus propios
intereses a corto y a largo plazo.
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