Durante el discurso de su posesión fue
aplaudida de pie por el entonces Congreso Nacional, incluso por los
legisladores de tendencia ideológicas distintas. El 12 de diciembre de 1945 la
militante comunista Nela Martínez se convirtió en la primera mujer que ocupó
una curul parlamentaria en el país.
El
breve relato es parte de la reseña histórica publicada por la Gaceta de
Análisis Político Electoral del Instituto de la Democracia sobre las primeras
candidaturas de mujeres en el Ecuador en la que se destacan otras figuras como
Bertha Valverde Álvarez, que ganó la dignidad de concejala del cantón Guayaquil
en 1930 y Rosalía Arteaga, que ganó la Vicepresidencia en 1996 con su binomio
Abdalá Bucaram. Hoy esa participación política aún sigue siendo una lucha.
La
Constitución del 2008 y el Código de la Democracia, expedido desde el 2009,
establecen la paridad de género, es decir, la participación proporcional de
mujeres y hombres en los cargos de nominación o designación de la función
pública, y en los partidos y movimientos políticos. “En las candidaturas a las
elecciones pluripersonales se respetará su participación alternada y
secuencial”, señala el artículo 65 de la Carta Magna.
En
las elecciones del 2017, hasta el momento, están calificadas 224 mujeres para
asambleístas nacionales, entre principales y suplentes; 66 para asambleístas en
el exterior; 1.516 para asambleístas provinciales; y 85 para parlamentarias
andinas.
De
las 15 listas inscritas para asambleístas nacionales, tres están a la cabeza.
En
Guayas, donde participan entre trece y catorce agrupaciones políticas en cada
uno de los cuatro distritos (en total de eligen 20 representantes), hay más de
cincuenta listas y de ellas solo en once mujeres están en el primer puesto. En
total, 119 son aspirantes femeninas.
En
las elecciones del 2013 se presentaron 342 listas para asambleístas. El 17,8%
fueron encabezadas por mujeres. Lo señala Nubia Villacís, vicepresidenta del
Consejo Nacional Electoral (CNE), al indicar que obtuvieron estos y otros
indicadores de género que evidenciaron diferencias entre inscripciones y
autoridades electas.
En
las seccionales del 2014, dice Villacís, hubo un fenómeno similar. Se
presentaron 6.203 listas pluripersonales, y el 18,1% fueron encabezadas por
mujeres.
La
funcionaria manifiesta que si bien está garantizada la participación política
de hombres y mujeres 50 y 50, la llegada no se cumple por igual. “Menos
oportunidad tiene de ser electa una mujer si más alejada está del
encabezamiento”.
Menciona
que otro factor que no favorece a la representación femenina son las
circunscripciones pequeñas que normalmente hay 3 o 5 candidatos, por lo que si
se elige un varón a la cabeza siempre va a haber minoría para la mujer.
Mónica
Chuji, de Juntos Podemos, que es parte de la alianza CREO-SUMA, señala que el
tema de fondo es hasta qué punto las mujeres que están en la lista o son
asambleístas llevan adelante las demandas sobre la igualdad de derechos. “Ese
es el punto donde más bien radica la no equidad, porque no necesariamente la
presencia de las mujeres implica que nuestros temas están posesionados (...)”,
expresa Chuji, quien va en sexto puesto en la lista de asambleístas nacionales.
Mae
Montaño, quien va por la reelección a asambleísta también por CREO-SUMA, agrega
que en muchos casos los partidos políticos han recurrido a incorporar mujeres
como complemento de las listas y no como reales protagonistas de la escena. De
ahí que, agrega, que el reto está en equiparar cantidad con calidad y equidad,
con protagonismo.
Ambas
coinciden en que los partidos deben crear espacios de capacitación serios y de
formación política para mujeres.
Jorge
Acaiturri, director de Avanza en Guayas, señala que esto es un proceso, pero ya
se están dando cambios en que las mujeres están asumiendo un rol importante:
“Creo que hay que romper paradigmas, en el país hemos estado acostumbrados a
que la política la manejan los hombres (...)”.
Geovanni
Atarihuana, director nacional de Unidad Popular que es parte del Acuerdo por el
Cambio, dice que han estimulado la participación de las mujeres no solo por
cumplir la ley, sino porque tienen la capacidad de participar en la contienda
electoral. Tal es así, agrega, que algunas de las aspirantes encabezan las
listas, entre ellas, en Manabí, Pichincha y Cañar.
Según
Atarihuana, la mujer ha ganado participación político por propio derecho y no
por dádiva de la ley, pero aún falta que en las cuotas políticas se creen
mayores espacios para que se involucre en una mayor participación efectiva.
La
vicepresidenta del CNE expresa que se tiene que alcanzar una paridad real.
“Tenemos una paridad de inicio, pero no la paridad de llegada, la cual podemos
alcanzar cuando nuestra sociedad tenga la madurez suficiente para poder confiar
en mujeres en esos puestos de direccionamiento (...)”, indica.
Villacís
comenta que la obligatoriedad de la paridad, secuencialidad y alternabilidad es
para las listas pluripersonales y para la lista unipersonal de prefecto y
viceprefecto, pero no para el binomio presidencial ni para las alcaldías, por
lo que sí se podría normar.
Señala
que México, por ejemplo, este año estrenó una enmienda constitucional que
permitió que en las últimas elecciones, en las dignidades unipersonales, se
incluya la paridad, es decir, en la mitad de los estados federados las
candidaturas a alcaldías sean mitad hombres y mitad mujeres. (I)
En
muchas ocasiones hay el desencanto, las mujeres no quieren participar... pero
cuadros y mujeres en Ecuador hay muchas, lo que pasa es que falta la voluntad
política de ciertos dirigentes”.
Nubia
Villacís, vicepresidenta CNE FUENTE:
DIARIO EL UNIVERSO.
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