Por: Revista Crisis
El pasado 31 de octubre se cumplió 24 días del inicio
del más reciente y brutal genocidio al pueblo palestino. Esta frontal limpieza
étnica ha logrado desplazar a más de 1.4 millones de personas en menos de 3
semanas, convirtiendo sus hogares y ciudades en escombros, sin el más mínimo
respeto por la vida ni de infantes, ni menores, menos aún de adultxs. Occidente
encubre y facilita el primer gran genocidio del siglo XXI, tras más de 7
décadas de la más cruenta y asesina ocupación del sionismo en territorio palestino,
con la excusa de la “pesada” carga del holocausto nazi, ocultando el negocio
que representa la limpieza étnica y lo estratégico del Estado de Israel en
Medio Oriente. Occidente a mando de Israel restauran al fascismo que pretendió
dar por enterrado.
Ese fascismo que en las décadas entre 1920 y 1940 deshumanizaba a
comunistas, diversidades sexo-genéricas y pueblos enteros como los eslavos, los
sinti y roma y también los pueblos judíos; es el mismo fascismo que en su
momento deshumanizó a los pueblos indígenas de toda América, Asia y África,
constitutivo hasta la médula del sistema de explotación capitalista. Es el
sentido fascista el que ha justificado limpiezas étnicas en América Latina,
como en Ruanda y Uganda, en Indonesia como en el Congo, en Canadá, como en los
países de Europa del Este que cayeron bajo la ocupación nazi. Ahora el Estado
de Israel -en las palabras del Ministro de Defensa sionista Joaw Galant-
deshumaniza bajo el discurso de “semi-animales” al pueblo palestino.
En 1920 la nación colonizadora por excelencia -la corona británica- toma
posesión de Palestina bajo la orden de La Liga de las Naciones. El objetivo era
la ejecución de la Declaración Balfour de 1917, la cual dicta el
establecimiento de un Estado judío. Este es el inicio del genocidio sistemático
en contra del pueblo palestino.
Con la corona llegaron también los primeros Yishuvs o colonos judíos a
tierra ocupada de Palestina, así como la primera fracción paramilitar sionista:
la Haganah (la defensa en hebreo). Conforme aumentaba la resistencia palestina
a la ocupación británica y los asentamientos judíos, la Haganah se iba
fortaleciendo y engrosando sus filas. Desde 1933 promovieron una ola de
migración ilegal de fracciones sionistas del judaísmo provenientes de todo el
mundo, conformando 50 nuevos asentamientos fuertemente armados, quienes
recibieron armas de Estados Unidos, Europa y los Balcanes. El discurso
teocrático se fue fortaleciendo durante el holocausto judío ejecutado por el
nazismo, hasta convertirse en el sentido común del sionismo fundador del Estado
de Israel.
Fue precisamente con la ejecución de la Nakba que se funda el Estado de
Israel: el primer gran crimen de limpieza étnica de este Estado en nombre de
Dios, con incursiones terroristas a poblados palestinos, la destrucción de
casas y la imposición del apartheid en asentamientos colonos -prácticas que se
sostienen hasta este momento-. El resultado de las tres etapas de la Nakba,
ocurrida entre noviembre de 1947 y enero de 1949, fueron el asesinato de más de
15.000 palestinxs, el desplazamiento forzado de otros 800.000 y la ocupación
del 78% de territorio palestino, un 25% más de territorio otorgado al Estado
judío. La Nakba también se convirtió en la incursión militar fundante de las
Fuerzas de Defensa Israelíes –IDF por sus siglas en inglés-, en el momento en
que Ben-Gurión declara al ejército paramilitar de la Haganah como las fuerzas
oficiales del Estado de Israel, en mayo de 1948.
“Con el establecimiento del Estado de Israel, la Haganah emerge de ser
un grupo clandestino, a convertirse en un ejército regular. Tanto los yishuv
como los pueblos judíos están en gran deuda con ella por sus contribuciones
durante las varias fases de su existencia y desarrollo. En las crónicas del
pueblo de Israel, la saga de la Haganah brillará en todo su esplendor y
majestuosidad que jamás conocerá la oscuridad” Ben-Gurión, 1948.
En el contexto actual, se vuelve fundamental repensar el genocidio como
un fenómeno contemporáneo, inseparable de la constitución del sistema
capitalista en sus diversas fases históricas. Las 10 etapas del genocidio
describen al exterminio sistemático que vive Palestina, ejecutado como acto
fundacional del Estado de Israel.
De acuerdo a Genocide Watch, las fases 1 y 2 que preparan un genocidio,
inician con la clasificación y simbolización de un grupo étnico, nacional o
religioso. En este caso, el sionismo impuso un sistema de apartheid que excluye
al pueblo palestino como grupo separado del judío, perpetuando jerarquías que
se basan en categorías raciales y racistas. La tercera fase se refiere a la
discriminación sistemática de un grupo en específico -trato diferenciado frente
a la ley y al Estado-. En la fase cuatro, se induce a una deshumanización del
grupo a exterminar, encaminado a desensibilizar y preparar a los verdugos para
el genocidio. Llegando a la quinta fase, que se refiere a la organización o
preparación de un genocidio: crear estructuras que sean capaces de perpetrar un
genocidio como un ejército o milicias –la Haganah, ahora IDF-.
En sexto lugar se materializa la polarización en contra de determinado
grupo o pueblo –en este caso el palestino-, por medio de un discurso y
propaganda que incitan al odio. La fase siete se refiere a la preparación
intelectual y material de una limpieza étnica, en otras palabras planificar un
exterminio en masa – incluye el llamamiento
a reservistas y la elaboración de listas de muerte. La octava fase
inicia con la persecución abierta a determinado pueblo, mediante el
cometimiento de actos semi-genocidas que preparan el terreno para un exterminio
masivo. La fase nueve marca el exterminio como tal. En el contexto palestino,
nos encontramos al inicio de esta etapa, que incluye un bombardeo masivo
equivalente o superior a la bomba atómica de Hiroshima, el uso de fósforo
blanco, y el bombardeo “en alfombra” a escuelas, hospitales, centros religiosos
y centros poblados. La última fase del genocidio según Genocide Watch,
iniciaría con la invasión terrestre y el exterminio masivo al pueblo palestino.
Ahora, más de 75 años después, el Estado de Israel y sus criminales
armados, ejecutan una segunda Nakba, que tiene como objetivo el exterminio
total del pueblo palestino. Hasta el momento, ha logrado forzar el
desplazamiento de más de 2 millones de palestinxs hacia la frontera norte de
Gaza y Egipto; y ha conseguido más de 8.000 muertes palestinas, entre las
cuales se cuentan 3.324 bebés, niños, niñas y adolescentes; 2.062 mujeres y
casi 500 ancianxs. El Estado de Israel se funda en un proceso colonial de ocupación
de territorio, desplazamiento forzado y eliminación sistemática contra el
pueblo palestino. La autodefensa palestina y sus varias organizaciones se
encuentran en una incursión, que posiblemente logre superar la resistencia por
la construcción de un proceso revolucionario, en un proyecto histórico de
liberación nacional.
La valentía y la fuerza del pueblo palestino bien podrían inspirar y
desencadenar una ola de revueltas populares a nivel global. La solidaridad, que
es la ternura de los pueblos, puede convertirse en un rabioso acto de amor
revolucionario. Por ahora hemos
atestiguado manifestaciones combativas de los pueblos del mundo y la
identificación con la lucha por la liberación de palestina, en todos los
rincones del planeta. La única posibilidad es la justicia, y la única justicia
es el fin del Estado fascista y colonial de Israel.
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