Por: Jaime Chuchuca Serrano
Ecuador
no recupera el crecimiento económico prepandemia. En 2019 creció 0,1%, uno de
los porcentajes más bajos de la región. En 2020, año de la pandemia, se
contrajo -7,8%; en 2021 creció 4% y 2,7% en 2022, estos dos años suman: 6,7%.
El sector que más creció fue el financiero, algunos bancos mejoraron sus
utilidades en un 50 y hasta 90%. Nueve de cada diez. Desde el año 2019, la producción petrolera se
ha afectado sensiblemente. En 2019, se producían 531 mil barriles diarios,
entre 2020 y 2022, bajo a 472 mil y 479 mil barriles.
En
diciembre de 2021 la producción bajó al 12%. La erosión de la cuenca del Río
Coca, que estalló en el gobierno de Moreno, no ha sido corregida por el de
Lasso. El encarecimiento del barril de petróleo, que en algunos meses superó
los 100 dólares, por la guerra Rusia Ucrania no ha podido ser aprovechado por
el Estado ecuatoriano. Por si fuera poco, el gobierno dio varios pasos para la
privatización del sector con el Decreto 95 y la Ley de Desarrollo Económico, lo
que fue suspendido parcialmente por el Levantamiento de junio de 2022.
Las
acusaciones de golpismo giraron del gobierno a la Asamblea y viceversa. Al
final de cuentas, el gobierno se tomó el Concejo de Participación con Hernán
Ulloa a la cabeza, para direccionar la designación de varias autoridades; la
Asamblea perdió su votación por la muerte cruzada; las tácticas de las leyes
económicas urgentes y de las mayorías móviles coparon todo el año. La debilidad
política de Lasso frente a la Asamblea, trata de ser revertida con la Consulta
Popular, para ganar ciertas competencias hasta acabar su periodo. El gobierno
no se escapó de irregularidades en concursos públicos, repartición de puestos y
hasta de créditos.
Asimismo, la corrupción de la función judicial fue una de las más sentidas en 2022. Fue el año de los habeas corpus para los narcodelincuentes. La criminalidad se ha tomado instituciones como la policía, ejército, fiscalía, jueces, aduanas y municipios. Las actividades delincuenciales y la coacción se han normalizado, en medio de las políticas del dejar hacer y dejar pasar propias del neoliberalismo. El 2022 termina con un sistema de corrupción intocable que continuará en 2023.
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