“Que nunca más las
armas de la República apunten sus cañones contra la gente de su pueblo. Se
acabó la guerra”. Esa es una de las frases en el sitio web de las FARC que, con
imágenes de fondo de sus jefes rebeldes como el fallecido Manuel Marulanda,
resalta el paso hacia el “el inicio de un nuevo país”.
De
la paz, del fin del conflicto han hablado las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC), con más insistencia en los últimos días en la última
conferencia de la organización, en la que cientos de guerrilleros resolvieron
respaldar el acuerdo de paz que hoy se sellará con la firma oficial en
Cartagena.
Con
el pacto histórico que firmarán el presidente Juan Manuel Santos y jefe rebelde
Rodrigo Londoño, acompañados de varias personalidades mundiales, se pone fin a
un conflicto de más de 50 años y que ha dejado cientos de miles de víctimas
desde el 27 de mayo de 1964 cuando se produjo el primer combate.
Entre
el entusiasmo y el optimismo también surge la expectativa por lo que se viene
después. La firma del acuerdo marca, además, una cuenta regresiva de seis meses
para que la guerrilla abandone las armas, se desmovilice y se convierta en
partido político, lo que ha levantado dudas de quienes rechazan el contenido de
las 297 páginas de lo pactado.
El
expresidente Álvaro Uribe encabeza a los detractores del acuerdo y moviliza la
campaña por el ‘No’ en el plebiscito fijado para el 2 de octubre próximo.
“Lo
que sorprende no es que se firme la paz, es que haya gente que vote que no”,
dijo al diario español El País Íngrid Betancourt, la excandidata presidencial
que estuvo secuestrada seis años por las FARC.
“Uribe
ha tratado de hacer una campaña con argumentos, pero no los tiene... El acuerdo
no ofrece una justicia perfecta, pero por lo menos vamos a escuchar decir la
verdad y a partir de ahí construir una narrativa de la reconciliación”,
refirió.
El
pedido de las FARC de diez escaños en el Parlamento, que sus miembros sean
sometidos a la llamada “justicia transaccional”, donde los victimarios pueden
optar por penas o castigos reducidos en comparación con el sistema penal
regular, son algunos de los puntos de mayor tensión.
“El
Gobierno y las FARC deben pasar de lo dicho a lo hecho... Implementar los
acuerdos es una tarea muy compleja y ambas partes tendrán que demostrar no solo
su compromiso político, sino su capacidad de gestión”, dijo a Infobae Kristian
Herbolzheimer, director del Programa de Transiciones para la Paz en Filipinas y
Colombia de la organización Conciliation Resources.
Vicente
Torrijos, profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la
Universidad del Rosario, refiere que otro de los temas preocupantes por
resolver es el del narcotráfico, considerando que Colombia sigue siendo el
primer exportador mundial de cocaína.
“Las
FARC están plenamente involucradas en el narcotráfico. La pregunta es si
continuarán en él mediante estructuras de fachada que aparentemente aparecerán
como ‘disidencias’. Las Fuerzas Armadas son la única garantía de que no habrá
complacencias ni tolerancias ante la continuidad de la violencia disfrazada. Lo
que no se sabe es cuánto esté dispuesto a tolerar el Gobierno en caso de que
las FARC incumplan soterradamente”, explica. (I). FUENTE: DIARIO EL UNIVERSO.
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