Desde tempranas horas de la mañana, familias enteras acudieron a las
misas llevando ramas de palma bendecidas, símbolo de paz y renovación
espiritual. En ciudades como Quito, Cuenca, Guayaquil, Loja entre otras, se
vivieron procesiones solemnes, llenas de color y fervor religioso, destacando
la participación de comunidades locales, jóvenes y adultos mayores.
“Es un momento especial que nos une como comunidad y nos invita a
reflexionar sobre el amor, la entrega y la esperanza”, expresó el padre José
Luis Morales, párroco de la iglesia San Francisco en Quito.
En muchos lugares, artesanos locales también ofrecieron elaboradas
cruces y figuras tejidas con palma blanca, manteniendo viva una tradición
ancestral que combina elementos indígenas y cristianos.
Las celebraciones continuarán durante toda la Semana Santa, culminando
el próximo domingo con la Pascua de Resurrección.
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