Por: Alberto Molina Flores
Basados en la importancia que tienen los medios
de comunicación, el grado de influencia en la opinión pública nacional e
internacional y tomando en cuenta los actuales medios tecnológicos que permiten
que llegue la información en tiempo real, al último rincón del planeta, razones
suficientes para que, en tiempos de guerra, se pueda llegar a omitir cierta
información por razones del rigor de la guerra, pero jamás se deberá aceptar la
desinformación alteradora de la verdad, esto habrá que cuidar celosamente si se
quiere ser creíble.
El Mariscal prusiano
Otto von Bismack, solía decir: “nunca se miente tanto como antes de las
elecciones, durante la guerra o después de una pesca”, lo señalado no es
gratuito, se ha venido repitiendo cada vez que estalla una guerra. Para evitar
esa “mala fama”, se debe verificar que las fuentes sean fidedignas para que los
medios puedan entregar una información clara, oportuna y contrastada,
considerando que la confianza y credibilidad son recursos demasiados frágiles
para perderlos.
Conscientes de las
reflexiones señaladas, el ministro de Defensa dispuso a los mandos militares de
nuestro país que establezcan, antes de la Guerra del Cenepa (1995), vínculos
con los medios de comunicación como una verdadera política institucional; las
reuniones de trabajo con sus directivos, con los periodistas y sus auxiliares
se hicieron frecuentes; las visitas a los cuarteles, especialmente de frontera ya
no eran una novedad, los cursos de paracaidismo o de reporteros de defensa, se
hacían periódicamente; así como los cursos del Instituto de Altos Estudios
Nacionales, siempre contaban con profesionales de la prensa; eso permitió
estrechar vínculos, conocimientos y una relación de mutua confianza y respeto
entre uniformados y periodistas.
El trabajo de los
periodistas, durante la Guerra del Cenepa, tuvo el total apoyo de las Fuerzas
Armadas; se les dio todas las facilidades, tanto tecnológicas como de movilización,
a los periodistas extranjeros que llegaron cerca de 200 a cubrir las noticias
de la guerra, sin excluir a periodistas peruanos, quienes tuvieron las mismas
facilidades para cubrir las acciones bélicas y transmitir la información. Igual
trato tuvieron los periodistas nacionales, así como a las agencias noticiosas
acreditadas en el país, esto fue una suerte de política de Estado que tuvo el
reconocimiento internacional.
La guerra informativa
como elemento coadyuvante al triunfo de las armas en el campo de batalla, solo
fue posible porque las fuentes eran confiables y la información entregada a los
medios era creíble; el pueblo siempre estuvo informado de la verdad, lo que
permitió elevar el espíritu cívico de los ecuatorianos que confiaron en sus soldados
que defendieron heroicamente su patria. Esta fue una gran experiencia, que nos
llena de orgullo y es parte de la historia.
Esta gran experiencia
nos dejó importantes enseñanzas, para tiempos de paz, las Fuerzas Armadas no
solo deben tener siempre abiertas sus puertas para los medios de comunicación,
sino también que se debe invitar a los ciudadanos a participar del conocimiento
académico y profesional en los temas de la seguridad nacional y propender su
profundización, en el campo educativo y cultural, como contenido pedagógico a
transmitir en forma permanente a los niños y jóvenes estudiantes.
Al conmemorarse los
30 años de la Gesta Heroica del Cenepa, es oportuna la publicación del libro
“Desde Otro Frente. Cenepa, victoria informativa” del coronel Cristhian
Regalado. Igual, ocasión propicia para rendir homenaje a los medios de
comunicación, a los periodistas que cubrieron la información veraz y oportuna,
muchos de ellos desde los mismísimos puesto de combate, a riesgo de su propia
vida, demoliendo de esta forma esa vieja sentencia que “En la guerra la primera
víctima es la verdad”.
Soldados ecuatorianos en la Guerra del Cenepa.
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