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lunes, 5 de febrero de 2024

LA CANCELACIÓN DEL PROYECTO ITT DEBE CUMPLIRSE

Por: Mario Melo

 

La soberanía radica en el pueblo. Este precepto es un pilar fundamental del estado moderno. El respeto de la voluntad popular manifestada en las urnas es la base fundamental de la democracia.

 

Nuestra nación, hoy azotada por la corrupción, la criminalidad, la violencia, necesita levantarse afincada en el respeto a las instituciones democráticas y al estado de derecho para salir de la crisis y construir un futuro mejor. Toda decisión política que debilite la institucionalidad, resquebraje la democracia o niegue al pueblo la validez de su voz y su decisión de exigir derechos, terminará siendo una traición imperdonable.

 

El presidente Daniel Noboa gobierna legítimamente al Ecuador gracias a la voluntad soberana de 5'251.695 personas, equivalentes al 51,83% del electorado. Ese resultado electoral debe ser respetado. Nadie puede pretender que el presidente Noboa deje la función para la que fue electo, si no es por las causas y por los canales previstos en la Constitución.

 

Que se deje de explotar petróleo en el ITT fue decidido por 5’541.585 personas que votaron por ello en la consulta popular de 2023, un 58,95% del electorado, precisamente en el mismo proceso electoral en el que fue electo el presidente Daniel Noboa.

 

Ambos resultados son legítimos y vinculantes. Los dos deben ser respetados.

 

Resultaría inaceptable que un gobierno nacido de la voluntad popular proponga o promueva estratagemas para desvirtuar la decisión de mantener el crudo en tierra del proyecto ITT. El pueblo ya se pronunció al respecto y lo hizo para proteger un parque nacional como es el Yasuní, de extraordinaria importancia biológica para Ecuador y para el mundo y para proteger los derechos de los pueblos indígenas en aislamiento cuyo territorio ancestral resulta afectado por dicho proyecto.

 

Pretender desacatar el resultado de la consulta atenta contra la Constitución e incluso pretender revocar la decisión tomada con una nueva consulta es jurídicamente improcedente porque resultaría ser una medida regresiva, es decir constitucionalmente prohibida.

 

Sería, además,  contradictorio, que lo impulse un gobierno que, al mismo tiempo, promueve una nueva consulta popular sobre otros temas. Resultaría una tomadura del pelo al pueblo que se le llame a las urnas para consultarle cuando lo que decidió en la consulta anterior no es respetado.

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