Por: Ileana Almeida
La
cuestión indígena está en el centro del interés del país y del mundo entero
cuando la Comisión Internacional de Derechos Humanos en estos días evalúa la
responsabilidad del Estado ecuatoriano frente al peligro de extinción de los
pueblos amazónicos tagaeri y taromenani.
Sin duda
son los indígenas los que mueven el país. Ahora están dialogando con el
gobierno, lo que constituye por sí mismo un logro, pero se pueden hacer algunas
observaciones. Se hubiera esperado que ciertas demandas vinieran del movimiento
obrero, pero este no aparece como aliado explícito del movimiento indígena, tal
vez porque el levantamiento fue apoyado por el correismo, lo cual a los
trabajadores no les gusta.
Algo más:
solo dos puntos del diálogo tienen que ver directamente con los derechos
indígenas. Se hubiera esperado una firme exigencia para que el gobierno
promoviera un Estado más abierto e inclusivo y el reconocimiento en los hechos
y no solo en los enunciados a las nacionalidades originarias. También, que se
expusieran los derechos de las comunidades tradicionales, que -hay que
recalcarlo- no se oponen a las innovaciones tecnológicas de interés para toda
la humanidad.
En
contraste, los kichwas de la Sierra Central, reunidos en el VII Congreso de la
Ecuarunari, defienden sin ambages su identidad histórica, a la comunidad en
tanto organización social coherente y productiva, su lengua -máxima expresión
de pertenencia- su cosmovisión, sus tierras, aunque cercenadas y empobrecidas,
su cultura, paradigma de una auténtica ecología popular.
Por otro
lado, cuestionan al Estado y al proceso transnacionalizador que viabiliza el
despojo de sus territorios. Reivindican los símbolos y los hitos de su
Historia: el evento se dedicó a la memoria de Lázaro Condo, inolvidable
luchador de las causas de su pueblo, y se realizó cerca de Tepeyak, donde se
inició la conformación de la Ecuarunari.
La
cuestión indígena mueve el interés no solo en el país sino en el mundo entero
que tiene la mirada puesta en la reunión de la CIDH; en estos días evalúa la
responsabilidad del Estado ecuatoriano en el peligro de extinción que se cierne
sobre los tagaeri y taromenani. Que estos se mantengan en aislamiento
voluntario y formen parte de la gran tribu waorani no significa que no sean
ecuatorianos.
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