Por: Severino Sharupi.
El
movimiento indígena ha luchado constantemente con cada gobierno de turno, hay
algunos recuerdos dolorosos con León Febres Cordero, la lucha contra el corto
gobierno de Abdalá Buscarán (donde dirigentes y diputados se nos vendieron a
cambio del “Ministerio de Asuntos Indígenas”), la lucha contra el gobierno de
Jamil Mahuad, el feriado bancario y la migración masiva de compatriotas
ecuatorian@s al exterior. Cómo no recordar al coronel Lucio Gutiérrez con quién
mantuvimos una fuerte lucha luego de su sometimiento a la agenda del Fondo
Monetario Internacional (FMI) y por su arremetida para dividir a las
organizaciones y comprar a algunos dirigentes indígenas.
La
historia reciente muestra una década de lucha contra el gobierno de Rafael
Correa quien persiguió a la dirigencia indígena, concesionó extensos
territorios a empresas mineras tras nacionales y, al igual que otros gobiernos
de turno, puso sus esfuerzos para dividir y debilitar al Movimiento Indígena y
especialmente a la CONAIE creando organizaciones paralelas, dividiendo las
existentes o, nuevamente, comprando a la dirigencia por puestos en entidades
públicas. Contamos el asesinato de luchadores sociales y defensores de la
naturaleza en Morona Santiago y otras zonas del país.
De la
misma forma antes, durante y después de Octubre Rebelde del 2019 para enfrentar
el Decreto 883 tuvimos 11 asesinados, decenas de compañer@s sin vista y encarcelados,
centenas de herid@s y judicializados por el gobierno de Lenin Moreno (que
cogobernó con Lasso). También en esta coyuntura alguna dirigencia indígena pretendió
negociar en Octubre, debilitar a los líderes, frenar la movilización
garantizando los intereses de la clase dominante y el gobierno. La lucha se
impuso y, posteriormente, el mentado gobernante se fue sin pena ni gloria.
Finalmente,
durante el gobierno de Guillermo Lasso la historia se repite si observamos a
actores como el #Pachakutik y los #Asambleísta de Pachakutik donde ya se pueden
evidenciar nuevos “gobiernistas”. Con este gobierno se completa ya un año de
diálogo liderados por la CONAIE, pero sin respuesta a los puntos planteados:
precios de los productos campesinos, detener el extractivismo petrolero y
minero, detener el alza del costo de la vida (liderado por los precios de los
combustibles), aliviar el sobrendeudamiento de las familias trabajadoras, para
la reforma laboral y respetar los derechos colectivos de los pueblos,
nacionalidades y la clase trabajadora.
Con este
panorama se entiende que estamos en tensión entre el gobierno y el movimiento
indígena, especialmente la Conaie. En teoría, lo ideal sería una acción táctica
para que la CONAIE haga presión social y política, y el bloque de asambleístas
de Pachakutik tenga un horizonte claro y busque avanzar de forma unida para
aprobar leyes a favor de los sectores populares, las mujeres, la juventud, la
clase trabajadora, el movimiento indígena y campesino (uno de los escasos
trabajos de unidad con resultados positivos se evidenció en las votaciones para
amnistías). Pero este ideario está lejos de la realidad.
Por un
lado, la Conaie se esfuerza por mantener una vocería y postura consecuente, al
mismo tiempo proponiendo y apoyando propuestas de leyes importantes para el
pueblo trabajador del país en articulación con algunos asambleístas que tienen
una relación de diálogo con las organizaciones sociales. Por otro lado, la
dirigencia nacional de Pachakutik en confrontación abierta con la Conaie y con
cualquier oposición crítica, brega para garantizar coordinaciones provinciales
y con esto candidaturas a gobiernos locales afines a sus intereses, desde la
bancada y la coordinación nacional sancionan a los pocos asambleístas críticos,
y encubren acusaciones de corrupción de ciertos asambleístas de Pachakutik. En
consecuencia, nos encontramos en una situación tensa al interior del movimiento
indígena y con el gobierno, con dirigentes organizativos, de Pachakutik y
asambleístas que repiten la historia del mayordomo de hacienda poniéndose a la
orden de sus amos (el gobierno y las clases dominantes).
En este
breve recorrido histórico es notable que todos los gobiernos ponen sus
esfuerzos en perseguir y desprestigiar a la dirigencia indígena, intentan
dividir o tomarse la Conaie y sus estructuras, consiguiendo tan solo que
algun@s dirigentes indígenas salgan a defender al gobierno de turno e intenten
ensuciar el nombre de la Conaie y sus dirigentes. Siempre hay traidores y
dirigentes dispuestos a ser “gobiernistas” (no importa mucho para esto las
ideas que defienda el régimen) a cambio de bastante poco en general.
Observamos
también que los intereses de los grandes grupos económicos controlados por las
diferentes fracciones de la burguesía nunca son tocados, ni siquiera son
mencionados como dueños y dueñas del Ecuador a quienes, precisamente, benefició
por turnos la política económica de todos los gobiernos antes mencionados.
Peleamos las migajas, mientras ellos se llevan el pastel completo.
Como lo
dijo con claridad un ex presidente de la Conaie durante la toma del entonces
Congreso Nacional en el Levantamiento de 1990: “en reiteradas ocasionas hemos
dicho: nosotros no creemos en esta democracia”, que es el privilegio de los
ricos y la privación de los pobres, la clase trabajadora, los pueblos y
nacionalidades. Por ende, como lo demuestra nuestra síntesis histórica, vivimos
en la tiranía de un puñado de familia que controlan la economía, el gobierno y
los medios de comunicación del país. La lucha continúa y el tiempo será el
testigo de esta historia que requiere un giro de timón para que aquello que no
funciona en esta teoría, sea criticado y enmendado por una práctica
transformadora guiada por la consecuencia, por el diciendo-haciendo y por un
horizonte que acertadamente fue trazado en el Proyecto Político de la Conaie de
1994. Debemos volver a estos principios y sumar el acumulado histórico de
lucha, reivindicación y organización como herramienta para enfrentar el debate
de nuestros días.
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