Por: Francisco Escandón Guevara
Desde el retorno a la democracia, 1979, el control del
sistema judicial, teóricamente independiente de las otras funciones del Estado,
fue motivo de disputa política de las élites que convirtieron a la justicia en
un apéndice de sus intereses.
Cada
intervención para imponer una nueva estructura institucional o nuevos jueces se
la justificó como mejoría del sistema. Los procedimientos fueron diversos, hubo
episodios violentos como cuando Febres Cordero rodeó con tanques de guerra a la
Corte, otros que requirieron de mayorías legislativas (los patriarcas de la
componenda, el pacto de la regalada gana, la pichicorte) e incluso aquellos que
refrendaron regímenes autocráticos que permitieron meterle la mano a la
justicia.
Cada uno
de esos momentos expresa el cambio de gerente propietario de la función
judicial, es el reflejo de la miseria política de un dueño del país y el
intento por consolidar la hegemonía de otro caudillo.
Esa es la
reciente aventura anunciada por el presidente Lasso. El banquero impulsa otra
consulta popular para apropiarse de la justicia en medio de una escalada brutal
de asesinatos, inseguridad ciudadana, impunidad de la corrupción y crisis
carcelaria.
Ese
anhelo antes de ser sometido al sufragio del pueblo deberá pasar por dos
filtros: el dictamen de la Corte Constitucional que dirimirá si se trata de una
reforma parcial o una enmienda y muy probablemente, por ser una consulta
concerniente a la estructura del Estado, requerirá el consentimiento previo en
la Asamblea Nacional.
A simple
vista, el camino está cuesta arriba para el régimen. Asumiendo, a priori, la
aprobación de la Corte Constitucional, de no lograr un acuerdo legislativo con
el correísmo y los socialcristianos, la propuesta de consulta popular, que le
dé el control de la justicia a Lasso, está caída. Pero si llegara a las urnas,
el pueblo hará de esas elecciones un plebiscito en la que se juzgará la gestión
y credibilidad del gobierno que ya está deteriorada.
Al
parecer la intención de controlar el poder judicial no pasa de un globo de
ensayo al que lo inflan con dosis de populismo penal, en el fondo el anuncio de
consulta es un distractivo para ganar tiempo en lo esencial: las
privatizaciones y la reforma laboral.
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