Por: Diana Ramos Gutiérrez
Los esfuerzos de las
radios comunitarias y populares están encaminados a darse en base a una teoría
alimentada por eI estudio de las propias experiencias (fracasos, limitaciones y
logros), con un análisis de la realidad nacional. Entre una estrategia de
acción coherente a la realidad social y eI objetivo propio de cada radio. Con
tácticas, métodos y técnicas de comunicación acordes a cada contexto.
“Nuestros
esfuerzos de comunicación van más encaminados a una desintoxicación de la
ideología dominante y a un proceso de educación liberadora, propia y consciente
de las bases, se verán constantemente mermados y contrarrestados por los
valores que la T. V., cine, radio, prensa, anuncios, carteles, etc que día a
día transmiten e influyen en los mismos agentes con quienes trabajamos. Este
hecho vuelve reaccionarios, dispersos, pasivos e incoherentes a los mismos
receptores de los mensajes liberadores que queremos transmitir. Esto hace
nuestro trabajo más difícil. Sería iluso creer que las clases populares por el
simple hecho de ser populares van a recibir generosa, unánime y
aprobatoriamente todos los mensajes que les transmitimos, por más liberadores y
favorecedores que sean a sus propios intereses” expone Felipe Espinoza en
“Pistas para la comunicación popular”.
Explica
Espinoza que “la comunicación popular tiene que mostrar que la información que
proporciona no es un fenómeno aislado ni local, sino que también se da otros
lugares parecidos y que tiene causas estructurales. No basta la información sin
análisis crítico. Habrá que mostrarla y articular la contradicción del fenómeno
analizado y hacia dónde se va ir desenvolviendo. Debe haber, así como denuncia
y testimonio, articulación. Cobran así especial importancia eI generamiento de
pasos legales en defensa de los intereses populares” explica Espinoza.
Toda
la información que se proporcione no debe repetir lo que la gente ya sabe,
habrá que decir algo más: críticas, causas, salidas. Hay que “[p]rocurar la
constante participación del pueblo en aportaciones, críticas y respuestas.
Analizar y sintetizar constantemente. Retomar la memoria histórica, reproducir
de las vivencias y los éxitos del pasado. Integrar el teatro, la narración y
diversas formas de las artes que permitan ampliar el contenido y transmitirlo
de distintas formas” añade el autor. Pero por sobre todo, el conflicto no
deberá ser moralizado; hay que socializarlo. Toda moralización despolitiza.
La
comunicación, que siempre es educación, en palabras del profesor Jorge Huergo,
dinamiza y anima la formación de los actores de base y los dirigentes en cada
campo específico. Generalmente una de sus dimensiones es la de construir y
fortalecer el sentido de pertenencia y de identidad en torno a las relaciones y
valores compartidos o deseados a través de la activación de la memoria
colectiva y de otras propuestas que visibilizan los valores y vínculos comunitarios
que le han dado continuidad, identidad y fuerza a los procesos.
Intelectuales
de todo el mundo coinciden en que no deben ser el Estado ni el mercado los que
deben regir el futuro de las sociedades humanas y de sus objetivos esenciales.
Desde perspectivas diferentes reivindican la defensa de un espacio o esfera
pública de la sociedad más allá de los intereses privados y estatales, en torno
a la cual las colectividades sociales construyen lo común en lo diferente. En
un mundo en el que cada vez son más ricas las diferencias culturales, se hace
necesaria la creación de condiciones para su reconocimiento y legitimación, a
la vez que haya reglas claras de juego básico que todos deben respetar: los
derechos humanos y el derecho a la comunicación.
Los
contextos actuales hacen necesario generar propuestas políticas alternativas
que se salgan de su lógica hegemónica, reivindicando la democracia como juego
de proyectos político ideológicos que conllevan distintas visiones de futuro.
La pandemia ha acentuado la necesidad de medios y acercamientos profundos,
especializados, de verificación de datos y que permitan coberturas dignas. Los
tiempos exigen otras narrativas y posibilidades de comunicarnos.
La
democracia debe posibilitar que las diversas potencialidades de los grupos
sociales lleguen a plasmarse en proyectos viables. La vida de la democracia se
asocia a la capacidad para potenciar el desenvolvimiento y expresión de
diferentes grupos sociales y políticos a través de proyectos, si no
divergentes, al menos no coincidentes. En ese sentido, las radios comunitarias
muestran y trabajan para un diálogo necesario en y para la diversidad.
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