Por: Ernesto Flores Sierra
América
Latina se encuentra en un periodo de intensa lucha social y política, desde el
año 2019 se viven intensas revueltas sociales contra los gobiernos burgueses y
sus políticas de hambre y miseria. Las revueltas se iniciaron en Haití,
continúo en Ecuador en el Paro de Octubre de 2019, y luego se continuó en
Chile, existiendo además estallidos en Bolivia y Panamá. El año 2020 tuvimos a
la región arrasada por la pandemia y la inoperancia de los gobiernos, viendo
brotes de protesta social en toda la región. El 2021 se ha iniciado con una
gigantesca revuelta social en Colombia, que marcará el camino de los pueblos de
la región en los tiempos próximos.
El gobierno de Duque
es un narcogobierno paramilitar y criminal, fiel al uribismo se ha dedicado a
asesinar líderes sociales por cientos, a arrasar tierras comunitarias, a
reprimir y a minar toda posibilidad de una salida pacífica al conflicto. Tanto
es así que, ante los crímenes y asesinatos, las FARC decidieron retomar las
armas con la “Nueva Marquetalia” ante la imposibilidad de una paz que no
implique la ejecución extrajudicial de los ex guerrilleros. Si alguien se
pregunta porque se revivió el conflicto, es porque Duque, o el “Marrano” se
dedicó a asesinar guerrilleros que se habían acogido al acuerdo de paz. No se
debe olvidar nunca que la voluntad política de las organizaciones guerrilleras
era la paz, y que Uribe y Duque no la permitieron y los obligaron a retomar las
armas.
Uribe y Duque están
ligados a los cárteles del tráfico de drogas y los grupos paramilitares, este
es un hecho que está aceptado incluso por el mismo Departamento de Estado de
los EEUU, pero al estar en un conflicto político con la insurgencia, los
norteamericanos han preferido defender y proteger a estos criminales con tal de
controlar la lucha revolucionaria del pueblo colombiano. Esta es una verdad que
muy pocos se atreven a decir, pero que es la explicación de la violencia que se
mantiene y perpetúa en Colombia.
Hoy “el Marrano”
pretende establecer una reforma tributaria que cargue sobre los hombros de los
colombianos la crisis provocada por la pandemia, pretendiendo sacar de los
bolsillos de los trabajadores el dinero que se necesita para enriquecer a los
criminales grupos de poder que apoyan al uribismo. Y esto detonó una Revuelta Social
de gran envergadura que sacudió a toda Colombia, demostrando que el pueblo de
este país está harto de la corrupción, inoperancia, criminalidad y estulticia
del narcogobierno.
El narcogobierno
uribista lanzó a las calles a la criminal fuerza policial ESMAD, la misma que
en estos cuatro días se ha llevado la vida de decenas de colombianos, mutilado
a cientos, torturado a otros tantos, ultrajado sexualmente a mujeres y llenando
las ciudades de desaparecidos. Y no toda esta criminalidad desplegada pudo frenar
la Revuelta, obligando a Duque a tirarse para atrás y decir que la reforma
tributaria no va, en un claro intento desesperado de aferrarse al poder que se
ha visto claramente golpeado por la heroica lucha de los colombianos.
El Paro se plantea la
continuidad, si algo se aprendió del Paro del 2019 en Ecuador es que la
negociación con el gobierno de los burgueses, sea cual sea, no es una
alternativa para los sectores populares, más allá de los grupos que pretenden
abanderarse del paro, lo que quedó claro es que las masas populares no tenían
nada que negociar con Moreno, y que a sus espaldas se entregó el paro, para que
el régimen a lo largo del tiempo logrará imponer al pueblo todas las duras
condiciones neoliberales dictadas por el FMI, mientras los “dirigentes” se
dedicaban o a la farsa electoral o a planear sus asenso a la dirigencia de la
CONAIE mediante artimañas o tretas, dos salidas que no hacen honor a los
muertos de las jornadas de Octubre. La segunda enseñanza es que una Revuelta
necesita de una vanguardia revolucionaria, que la espontaneidad tiene sus
límites y que si los procesos no son organizados y con una visión de poder, los
mismos, tienden a decantarse hacia intereses oportunistas. El pueblo colombiano
debe saber que dialogar con el gobierno narcoparamilitar no es una opción, que
el levantamiento debe terminar como mínimo, con el derrocamiento de Duque, sino
quiere correr la misma suerte que el pueblo ecuatoriano, y que no deben ser los
oportunistas los que se quieran aprovechar del proceso, que la lucha debe
sentar las bases para la toma del poder, no para permitir que los oportunistas
se queden al mando de las organizaciones populares o que utilicen la sangre de
los caídos como botín para la farsa electoral.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Déjenos su comentario