Por: Revista Crisis
Un 25
de noviembre de 1960, el dictador Trujillo mandaba a asesinar a las hermanas
Mirabal, en la República Dominicana. Patricia, Minerva y María Teresa militaban
contra la dictadura fascista, y en varias ocasiones habían sido apresadas,
violadas y torturadas. En 1981 se celebró en Bogotá el Primer Encuentro
feminista Latinoamericano y del Caribe, donde se decidió colocar esta fecha
como símbolo de la lucha por la erradicación de la violencia contra las
mujeres. Posteriormente en 1999, la ONU propuso esta fecha como el Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Cada 25N
recordamos a las hermanas Mirabal y a todas las mujeres que resistimos a la tiranía
del patriarcado, del capital y del colonialismo. En esta fecha, salimos a
tomarnos las calles y plazas, a reconocernos compañeras, a mostrarnos juntas,
fuertes y en resistencia.
Las
mujeres todas -de todas las edades, colores, clase, preferencia sexo-afectiva y
cuerpos distintos- vivimos en una guerra constante, una guerra por sobrevivir.
Dentro y fuera de nuestros hogares, en nuestras escuelas, en la calle, en
nuestras organizaciones, en los hospitales y maternidades, en nuestros
trabajos, en el parque, en la iglesia, en el transporte público, en donde sea.
Sobrevivir a nuestros padres, esposos, primos, colegas, compañeros, maestros,
amigos. Vivimos en una sociedad que habilita a los hombres hegemónicos a
someter a las mujeres y los cuerpos feminizados. El patriarcado, el capitalismo
y el colonialismo, como estructuras fundantes y fundamentales de nuestra
sociedad, son promotores y cómplices de la violencia machista en todas sus formas:
con la domesticación como objetivo.
En este
sentido, el neoliberalismo es el momento histórico del perfeccionamiento de los
mecanismos de exterminio y muerte que el capitalismo ejerce sobre todos los
cuerpos. Para la vida de las mujeres, el neoliberalismo se traduce en recortes
de presupuestos para la prevención de la violencia de género, de salud
especializada, nula educación sexual y menor acceso a la planificación
familiar, en despidos masivos; que degeneran en una profundización de la
precarización de la vida. En el neoliberalismo, la apropiación del trabajo de
las mujeres por parte del gran capital se reformula, profundizando
vulnerabilidades construidas y sostenidas históricamente. Con la llegada del
Covid-19, la pandemia se ha convertido en un nuevo mecanismo de limpieza social
y sometimiento para lxs que somos más, para las que trabajamos en las calles y
en la informalidad. Como siempre y como nunca, en este momento, las mujeres
pobres, racializadas y de diversidades sexo-genéricas, son las más explotadas,
oprimidas y cosificadas.
La lucha
feminista es por la vida digna, la resistencia y la autodeterminación. Nos
encontramos en un momento histórico, en que las mujeres todas nos declaramos en
resistencia, nos declaramos en autodefensa, organizadas y vigilantes por la
vida digna de nuestras hermanas-compañeras, de cada una de nosotras, de
nuestras crías y de nuestra tierra. Nos enunciamos desde los feminismos
populares y de la diferencia, para ponerle final patriarcado, al capitalismo y
al colonialismo que nos desangran, que nos quieren, o sumisas o muertas. Ahora
estamos juntas, solas nunca más, sumisas nunca más, y sepan que no pararemos
hasta la victoria.
Con las
wambras auto organizadas en sororidad y solidaridad con una compañera víctima
de violación frente a un colegio cómplice, con las compas de la Primera Marcha
Nacional Trans, con las compañeras que se organizan para redistribuir el
cuidado y los recursos en barrios populares, con las compañeras que resisten
desde el campo y la ciudad. Ante sus políticas de aniquilación contra las
mujeres, frente a la feminización de la pobreza, frente a las violaciones
domesticadoras, frente a la crueldad y los feminicidios, frente al golpe bruto:
nosotras resistimos, paramos, nos tejemos juntas, nos organizamos y sostenemos
la vida que nosotras sí sabemos construir.
Este 25N
tenemos claro el camino a seguir para terminar con el patriarcado, el
capitalismo y el colonialismo. Nunca estará demás repetir uno de los
fundamentos de transformación y resignificación de los cambios sociales
estructurales: la revolución será el feminismo.
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