GUÍA. Miguel Ángel Ramírez, timonel de IDV. |
Se atrevieron a
soñar, ahora no quieren despertar. Independiente del Valle se consagró campeón
de la Copa Sudamericana por primera vez en su historia. Los ‘Rayados’ se
convirtieron en verdaderas leyendas, tras conseguir un torneo internacional en
tan poco tiempo como club profesional y sin contar en sus vitrinas con trofeos
a escala local.
Detrás
de Independiente se ocultan miles de historias, desde los más chicos hasta los
protagonistas del mayor logro del club de Sangolquí. ¿Alguien podría imaginar
que, quien hace tres años tuvo que dejar de lado el fútbol y dedicarse a la
venta de mangos, podría hoy llevarse el título como el mejor jugador de la
Sudamericana?
Cerca de
1.500
personas
llegaron a la tarima en Sangolquí para recibir a los campeones.Ese es el caso
del arquero Jorge Pinos, de Quevedo. Entendió aquel adagio que reza: ‘al mal
tiempo, buena cara’. Tras ser engañado por un grupo de empresarios que lo
llevaron a Brasil, Pinos retornó a Ecuador, pero no tenía opciones para
vincularse a un equipo de fútbol y la vida le deparó un camino distinto.
Gracias
a un amigo, consiguió un trabajo de conductor en un circo de Quevedo, llamado
Las Pelusas, mientras encontraba una oportunidad en un club. Su esposa, Carmen
Castro, estuvo junto a él, apoyándolo, como lo hizo en Asunción, con un beso
cargado de amor.
Pinos,
quien fue una de las figuras en el duelo ante Colón, tras atajar el penal de
Luis Miguel Rodríguez, parecía no poder
creer lo que estaba viviendo. Hace tres años vivía con la sombra de la
posibilidad de tener que dejar el fútbol, y ahora levanta la Copa Sudamericana
por primera vez.
Cuando
las puertas se abrieron y vio la gente acumulada, empujándose unos a otros por
conseguir un saludo, una foto o un autógrafo, llenó por un instante sus ojos de
lágrimas, las limpió con su camiseta y avanzó hasta la zona de prensa, más de
un periodista quería hablar con él.
180
El avión de Independiente del Valle fue recibido con un arco de agua, en el aeropuerto. |
minutos
duró el recorrido de IDV por la
ciudad.Enseguida, su rostro plasmado de asombro, cómo que no esperaba tal
recibimiento, subió al bus descubierto que esperaba a los jugadores para
empezar un recorrido por Quito con la copa, buscó un lugar en la parte frontal,
junto al técnico español, Efrén Mera que, por supuesto tenía el preciado
trofeo, pero no permaneció mucho tiempo ahí... quizás el cansancio o quizás no
salía del asombro, pero encontró un puesto en la parte trasera del vehículo y
permaneció las casi tres horas de caravana sentado. Observaba con emoción la
gente que, a lo largo del camino, los saludaba y con pitos, gritos y cornetas
buscaban llamar la atención de los campeones.
Mientras,
del otro lado del bus, siempre al frente, interactuando con la prensa y con la
gente que los esperaba en las calles, Cristian Pellerano y Miguel Ángel Ramírez
se llevaron el show.
En
180 minutos de viaje no pararon de reír, cantar, bailar, aplaudir y saludar. La
euforia se apoderó totalmente de ellos, sobre todo Ramírez, quien, de inicio a
fin, tuvo amarrada a su cuello la bandera de su ciudad Las Palmas. Tan solo se
la quitó cuando, en plena Simón Bolívar un grupo pequeño le presentó la bandera
de España, emocionado y con lágrimas en sus ojos, golpeó su pecho en la zona
del corazón con el puño y extendió la bandera. Un profeta en tierras lejanas.
‘Pelle’,
como le dicen de cariño a Cristian abrazó a su mentor, quien, como dato, es dos
años menor, palmeó su espalda y en sus labios se dibujaron las palabras ‘grande
papá’. Llenos de emoción, ambos tomaron el trofeo y lo levantaron mirando
fijamente a los fotógrafos que iban en un bus delante de ellos. Los clics y uno
que otro entrometido flash aparecieron en escena.
La
emoción que desbordaba Ramírez era casi como ver a un chiquillo, esa seriedad
que siempre mostró en el banquillo técnico parecía haberse quedado en Paraguay.
Un
recorrido peculiar siguió el bus, pero sin duda lo que se llevó el premio fue
la adrenalina que se impuso en periodistas y jugadores cuando debían esquivar
los cables de los postes. ‘Pelle’ y el profe, quienes estaban parados sobre la
silla, cada tanto hacían un movimiento estilo Matrix.
Miguel Ángel Ramírez y Cristian Pellerano levantan la copa, cerca del estadio Olímpico Atahualpa. |
Michel Deller, artífice del proyecto, llegó junto al equipo vistiendo la camiseta de Independiente. |
Los aficionados recibieron con pétalos de rosas al equipo.
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A bailar
SUPERACIÓN. Jorge Pinos, hace tres años trabajaba en un circo como chofer. |
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