Quito es un hervidero
de barricadas y “asambleas” populares en esquinas, avenidas, parques. El pueblo
se ha autoorganizado para abastecerse de piedras, bicarbonato y vinagre,
mientras circula café, agua de panela y pan para aliviar el cuerpo mientras se
descansa del combate callejero. Viejos, adultos, jóvenes y niñxs se reconocen
los unos a los otros como iguales al calor del fuego, sea de día o de noche.
“Clase media”, sectores populares y hasta el lumpen proletariado (choros, micro
traficantes, entre otros) se ha juntado para luchar contra el paquetazo.
A
lo largo y ancho de la capital aparecen puntos de resistencia, todo el mundo
trata de cuidarse y sostener, la solidaridad se ha vuelto un arma efectiva
contra el enemigo común, el paquetazo, el neoliberalismo, el capitalismo y el
Estado burgués. De esta forma, estos embriones de poder popular, precarios, sin
“ideología correcta” para la izquierda pura y casta, representan una
experiencia de control del territorio y, por lo tanto, de ejercicio del poder
frente al Estado y las fuerzas represivas.
Es
la soberanía del pueblo en el territorio, la lucha de clases, la que se está
evidenciando en estos momentos en la ciudad, cuyo desenlace, lejos de
representar la salida definitiva al neoliberalismo, significa un importante
escalón para el desarrollo de nuevas formas de lucha legitimadas y sostenidas
por el pueblo. Es probable que la política burguesa secuestre sus fuerzas, que
la reduzca a lo electoral y nada más, sin embargo, eso no resta su importancia;
aún la izquierda, inexistente, no tiene capacidad de conducir.
La
capital del Ecuador se ha convertido en una “comuna” espontánea, está
ejerciendo el poder al restar - y en algunos casos eliminar - al Estado del
territorio. Quienes afirman que esta insurrección se reduce a meros actos
vandálicos o a “influencia extranjera”, no solo irrespetan el carácter de la
lucha popular sino que se pliegan al ya bastante deslegitimado discurso oficial
que da patadas de ahogado frente a la crisis. El aprendizaje de hoy será útil
para las jornadas que se vienen, donde el pueblo deberá mantenerse en las
calles defendiendo sus derechos. Fuente: Revista crisis.
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