El 16 de cada mes las iglesias lucen
más llenas de viudas, huérfanos, amigos…
POR: MANUEL GONZALES
Muchos
dirían que cuando un terremoto te arrebata un hijo, o una esposa, o a tu padre
o un amigo solo queda la fe. En Jaramijó se creyeron ese discurso. Desde hace
un año, el 16 de cada mes el templo luce más lleno de feligreses. No importa si
es lunes, martes o sábado.
Ese
sábado 16 de abril de 2016, a las 18:58, la tierra tembló 42 segundos sin
parar. Y siguió temblando más despacio, mientras la oscuridad se envolvía con
el silencio. Como muestra de que no todo está perdido está la iglesia Señor de
los milagros, en Jaramijó. Todas sus paredes colapsaron, pero no sus pilares ni
el altar, donde un hombre vestido de alba, estola y crucifijo, lee la Biblia
mientras los devotos confirman lo dicho con un amén.
En
el templo, luego del terremoto y dependiendo de si es día o noche, se crean
cuadros surrealistas entre pilar y pilar: De frente a los devotos, el cielo.
Constantemente el sacerdote les recuerda el capítulo 20, versículo 29 del libro
de Juan: “Porque me has visto, has creído. Dichosos los que no han visto y han
creído”.
Entre
cantos y oraciones una mujer con una bolsa hecha de paño de franela y adaptada
a un pedazo de madera de unos de 60 centímetros recorre entre banca y banca los
cuatro pasillos de la iglesia. El morral no se llena, pero las pocas monedas
que suenan al caer servirán para ayudar a los necesitados de la parroquia
cristiana y para levantar las paredes.
Transcurrido
un año de la tragedia las limosnas todavía no alcanzan para el objetivo, pero
niños, hombres, mujeres y adultos mayores siguen aportando y seguirán, porque
así lo exige la costumbre.
‘Cristo se salvó’
En
Pedernales, 187 kilómetros al sur de Jaramijó, la religiosidad sigue intacta,
pese a que su principal iglesia, María Auxiliadora, ubicada a dos cuadras de la
‘zona cero’, no soportó el remezón de hace un año. Del lugar se salvaron dos
cristos crucificados, 42 bancas y la esperanza de que en pocos meses tendrán
nueva casa espiritual, que es construida por la empresa privada.
Mientras
decenas de hombres aprovechan las fuentes de trabajo ocasional, otros siguen
yendo a misa en el área de catequesis a rezar por sus 156 muertos del cantón,
pese a que ninguno de ellos murió en lo que era el principal templo.
En
Canoa, también en Manabí, la desgracia sí ocurrió en la iglesia. En el culto
evangélico ocho de los nueve devotos que ese día fueron a misa murieron en el
lugar.
Las
24 primeras horas post-terremoto en la zonas de afectación estaban llenas de
caos emocional, después también, pero cuando los entes de respuesta iban
reportando el rescate de una, dos, tres… 113 personas con vida, los religiosos
veían cada vez más cómo crecía su fe.
Cifra
12
meses
han pasado desde el terremoto. FUENTE: DIARIO LA HORA.
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