Está preocupada. María Victoria Peña
lleva más de dos meses internada en una clínica de Guayaquil y tiene miedo de
salir a la calle en silla de ruedas. No sabe cómo reaccionar cuando la gente
trata de ver sus piernas amputadas, pues no está acostumbrada a exponerse.
En
la casa de salud todos saben lo que le sucedió. La televisión y los periódicos
publicaron el accidente de tránsito por el que le mutilaron las dos piernas.
Era 21 de septiembre. Ese día, caminaba por la vía a Samborondón, cuando fue
embestida por un automóvil que al evitar un choque la lanzó contra otro vehículo.
Los
dos carros le cambiaron la vida de un momento a otro, igual que a Isaac Saltos.
Hace siete meses, un auto lo atropelló mientras se dirigía a tomar el bus para
trasladarse a la construcción en donde trabajaba como albañil. El hecho ocurrió
en la av. Juan Tanca Marengo, en el norte del Puerto Principal. A él también
tuvieron que amputarle la pierna derecha, luego de ser arrollado por un
automóvil que no respetó la luz roja del semáforo. Luego el chofer huyó del
lugar.
El
mismo día cuando María Victoria e Isaac contaban lo que les había sucedido en
Guayaquil, en Quito el siniestro vial más fuerte de este año causaba 19 heridos
y 14 muertos.
Solo
en 10 meses de este año, los accidentes en las carreteras dejaron 17 532
personas lesionadas en el país. En ese mismo período del 2015 hubo 20 930
heridos.
Los
socorristas saben que las amputaciones se producen en casos extremos. En el
accidente de Oyacoto ningún sobreviviente llegó a ese punto. Pero sí sufrieron
golpes en la cabeza, traumas a nivel del tórax y en el abdomen.
A
María Victoria los doctores le han dicho que es un milagro que esté viva. Poco
recuerda de lo sucedido. Era una persona activa que le gustaba pasear y ahora
está a la espera de que le pongan prótesis.
Isaac
también busca recuperarse. Es padre de dos niños, de 8 y 10 años, pero perdió
su trabajo luego del siniestro. Ahora está a la espera de conseguir un empleo
para poder mantener a su familia. “Por ahora mi esposa es la que está
trabajando, pero sus ingresos son mínimos”.
Él
utilizó muletas hasta el 3 de noviembre pasado, cuando recibió una prótesis del
Hospital de Guayaquil.
En
el departamento de Órtesis y Prótesis de ese centro de salud se trata
actualmente a 41 pacientes con lesiones por accidentes de tránsito. El año
pasado atendieron a 64.
La
fisioterapeuta Martha Solís advierte que la mayor preocupación de los
pacientes es que después de todo terminen con limitaciones físicas.
Más víctimas jóvenes
En
su informe emitido el mes pasado, la Organización Mundial de la Salud indica que
las lesiones causadas por accidentes son la causa principal de muerte en el
grupo poblacional de 15 a 29 años de edad.
Verónica
Orellana tiene 19 años y perdió su mano derecha el año pasado, cuando el bus
interprovincial en el que viajaba chocó con una camioneta en la vía
Jipijapa-Guayaquil.
Antes
del siniestro trabajaba como secretaria en una firma de abogados, pero luego
renunció por el estrés que le originó la desmembración.
Comenzó
una terapia psicológica y superó el temor que tenía de que la vieran sin su
mano. Ahora utiliza una prótesis y la cooperativa del bus que la afectó le pagó
una indemnización de USD 5 000 para cubrir los gastos. “Pero nada compensa el
no tener la mano”.
Hace
12 días se cumplieron dos años desde que Amelia, una niña de 9 años, perdió su
brazo izquierdo. Era la única opción para salvarle la vida, luego de que el bus
en el que viajaba se accidentara, con 64 ocupantes, en la provincia de
Cotopaxi.
“La
situación es muy difícil; para nosotros, es doloroso verla sufrir, pero al
mismo tiempo le damos gracias a Dios de que está con vida”, decía entonces su
madre. Apenas ocurrió la operación, los médicos prepararon a la familia y le
dijeron que deberá aprender a realizar sus cosas solo con el brazo derecho. La
atención psicológica también era importante.
La
fisioterapeuta Solís asegura que esa terapia y el acompañamiento de la familia
son importantes después de un accidente en condiciones extremas. “La idea es
que las víctimas no se vuelvan vulnerables o se depriman fácilmente”.
A
María Victoria siempre la acompaña un pariente. Hasta ahora la clínica es su
refugio y allí se distrae viendo televisión o leyendo el libro ‘Cuando Dios
susurra tu nombre’, que se lo regaló un amigo. “Pienso en lo que vendrá y en
que la ciudad no hay mucho acceso para personas con discapacidad”. El Código
Penal (art. 379) dice que en los delitos de tránsito que tengan como resultado
lesiones a las personas se aplicarán las sanciones establecidas en el artículo
152, pero reducidas en un cuarto de la pena mínima prevista en cada caso.
En
el 152 se advierte que la persona que lesione a otra podrá ir a la cárcel hasta
siete años, según la gravedad.
El
abogado Roger Tumalli, quien conoce este tipo de casos, considera que es
necesario aumentar las condenas. Con él coincide Xavier Torres, otro abogado,
quien dice que las penas actuales no permiten sancionar adecuadamente a los
responsables de los hechos.
María
Victoria también es abogada. Cuando se le pregunta de esto habla despacio y
dice que es necesario revisar las amonestaciones. No siente rencor contra la
persona que la atropelló, pero asegura: “Eso no significa que no quisiera que
se haga justicia, porque él no estaba en sus cabales cuando ocurrió”. FUENTE:
DIARIO EL COMERCIO.
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