Por: Ernesto Flores Sierra
Los
estallidos sociales vividos en el Ecuador en los últimos años han mostrado con
claridad la necesidad de una Organización que sea capaz de dirigir la lucha de
clases de las masas hacia la conquista del poder político. La lucha de masas no
puede seguir estando orientada a servir de botín y base para procesos
parlamentarios que no se enmarquen dentro de un proceso de lucha por la
transformación revolucionaria de la sociedad.
Tampoco puede el pueblo ecuatoriano seguir dependiendo de levantamientos
espontáneos, que al ser tales, no pueden concluir satisfactoriamente y en el
mejor de los casos terminan siendo liquidados en mesas de negociación.
El
problema fundamental de la ausencia de esta dirección revolucionaria radica en
el fraccionamiento que sufren los marxistas- leninistas en el país, y al estar
atomizados terminan construyendo procesos organizativos dispersos,
relativamente fuertes, pero al mismo tiempo incapaces de hacerse con el poder,
sin negar lo más o menos importantes que pueden ser sus procesos revolucionarios,
lo que es una verdad innegable es que ninguna de las organizaciones marxistas-
leninistas puede por sí sola hacerse con el poder, y al no poder hacerlo, la
socialdemocracia en sus múltiples manifestaciones termina hegemonizando el
bando popular reduciendo y excluyendo a los marxistas- leninistas de la
orientación principal de dichos procesos.
La
división de los marxistas- leninistas es un problema universal del Movimiento
Comunista, y lo es no ahora, sino que es un proceso que se viene desarrollando
desde la disolución de la Tercera Internacional en función de la necesidad
superior de derrotar al fascismo en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
Desde entonces las divisiones y fracciones han sido la norma de la evolución de
los partidos revolucionarios, y esta condición ha venido dificultando los
triunfos revolucionarios desde ese entonces. La acción comunista se caracteriza
por la disciplina y la acción centralizada, al haber desaparecido esta
condición, se pierde un principio universal de acción y eso lleva a debilitar
las posibilidades revolucionarias de las facciones en que se rompen los
marxistas- leninistas.
La
tendencia principal de Reconstrucción, debe ir de la mano de la unidad de los
marxistas- leninistas , se debe reconstruir el movimiento comunista pero esta
unidad debe ir de la mano de una centralización de la acción política.
La Unidad
no implica la ausencia de contradicciones entre los marxistas- leninistas, pero
la existencia de contradicciones no debe ser un impedimento para la construcción
del proceso unitario, antes la resolución de esas contradicciones en la
práctica debe permitir afianzar el proceso político conjunto, el fin de este
proceso unitario debe ser justamente la reconstrucción comunista, con una
estructura centralizada y una acción política disciplinada basada en el
centralismo democrático. Es decir, si queremos hacer la Revolución en el
Ecuador, debemos retomar el Qué hacer de Lenin.
¿Esto
implica el aislamiento de los marxistas?, no, implica una adecuada política de
alianzas. De entrada, los marxistas- leninistas tienen que estar unificados,
sin esa unidad la revolución ecuatoriana será casi imposible. Pero con el resto
de sectores populares y democráticos se tiene que implementar la política de
los Frentes Populares, lo que implica la construcción de frentes amplios bajo
dirección de los sectores más avanzados de la clase, no puede construirse un
frente amplio revolucionario bajo la dirección de la socialdemocracia, eso
implica entregar y liquidar el proyecto político de la clase trabajadora.
La unidad
de los marxistas – leninistas debe demarcar la línea roja que determine la
política de alianzas y la acción revolucionaria de los trabajadores, de esa
manera ir separando los elementos oportunistas y reformistas, pero también generando
desde esa unidad la dirección política de todo el bando popular.
Independientemente
del devenir del actual régimen plutocrático, la crisis del precio del petróleo,
el estado general de la crisis internacional del capitalismo van a continuar, y
eso va a determinar la presencia permanente de momentos de crisis hegemónica
que abrirá la puerta a la organización del proceso revolucionario. Esto implica
en primer lugar no depender de la espontaneidad de las masas, sino organizar la
Revolución de una manera planificada.
La
justificación de la persecución de dirigentes dada por los diferentes
gobiernos, ha sido el plantear que detrás de los levantamientos existe la
acción concertada de un grupo que busca “desestabilizar”, hay que decir que
lamentablemente esa acción planificada jamás ha existido, y por eso los
levantamientos han sido infructuosos y han terminado haciendo que el bando
popular retroceda en lugar de avanzar. Se necesita una organización que
planifique y prepare la Revolución, esa es la tarea de la Reconstrucción. Los
estallidos sociales necesitan una dirección revolucionaria, las masas nunca han
faltado a ellos, pero los marxistas- leninistas no hemos estado a la altura, es
necesaria la unidad, tenemos que actuar a carta cabal con nuestra ideología y
ser capaces de ejercer la condición de vanguardia.
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