Por:
Carlos Patricio Herrera
Sin lugar a dudas,
todos los sectores de la sociedad ecuatoriana se han visto afectados por esta
sorpresiva pandemia, que nos agarró con la guardia baja y que apenas hoy la
estamos entendiendo y asimilando. No obstante, existen sectores que, por sus
características y forma de desarrollo, han sufrido las consecuencias de forma
más drástica y severa.
El
arte y la cultura han sido unas de esas actividades que más han sentido el
impacto negativo de la crisis, ya que su razón de ser era los eventos con
público presente y también ciertas labores, en donde se debía tener contacto
con la gente. Lo peor de ello, es que hay personas, quienes tenían una economía
totalmente dependiente de la actividad cultural y artística, y son ahora los
menos visibilizados ante las autoridades y la sociedad, por lo que nadie se ha
preocupado por ellos y se hallan en el abandono más inhumano.
Lo
que se avizora es algo nefasto para los artistas y gestores culturales. Todos
saben que, por lógica, no es posible realizar conciertos, exposiciones,
recitales, espectáculos callejeros, vender libros, entre otros, por evitar
aglomeraciones, y que la gente, quien recibía ingresos de estas actividades, en
las que me incluyo, hoy mismo, no están percibiendo dinero alguno.
Muchos
estaban sobreviviendo con sus ahorros, pero hubo quienes ni siquiera tenían
tales reservas, por lo que se han endeudado para soportar la crisis, pero ya
están contemplando sus despensas agotadas, y esa deuda, que los salvó por unos
días, ahora es un peso que se suma a la falta de alimentos que poseen.
Lo
peor es que nadie imaginó que el tiempo de sacrificio iba a dilatarse tanto. La
mayoría creyó que con un par de semanas bastaba y que pronto, con trabajo y
esfuerzo, resarcirían las pérdidas de su paralización obligatoria, pero como se
ve, el resurgir para ellos será, siendo optimistas, cosa de meses.
La
situación ha llegado al límite. Se ha podido ver a gente, quien pertenece a
este sector, haciendo cualquier actividad, incluso no artística, exponiendo así
su vida y retando al virus, en pos de conseguir un mendrugo para su familia. Y
eso lo realizan, no por necios, sino porque todos los alimentos no vienen
solos.
Es
verdad que ha habido iniciativas de apoyo, de sectores públicos y privados, en
donde se han juntado varias manos solidarias y han ido a repartir víveres a los
más necesitados. Sin embargo, eso queda corto, dado el gran número de familias
vulnerables que hay, mostrándose aquello, en el hecho que muchos, quienes
merecerían ese apoyo y por causas ignotas, no se hallan en la lista de
beneficiados.
El
arte y la cultura son actividades muy mal remuneradas, esa es la verdad,
incluso en épocas de bonanza. Se comprende, entonces, por qué es que en estos
días de crisis la situación se haya puesto aún peor para los artistas y
gestores culturales.
Este
sector requiere urgente de atención, porque los ingresos son nulos para sus
miembros, y como se dijo, al no poder vender los productos artísticos que
crean, muchos están pasando serias penurias.
Se
sugiere que se invierta en ellos, tanto para poder ayudarlos a vender sus
productos vía on line, como para que reciban ayuda del Estado. Se requiere que
se incluya a los artistas en los beneficiarios de bonos y kits alimentarios,
porque la realidad de un gran número de ellos es precaria.
Hay
que tomar en cuenta, que cuando vuelva todo a la normalidad, las actividades
básicas serán las primeramente reactivadas, mientras que el arte y la cultura
deberán esperar.
El
COVID-19 ha sido el peor enemigo del arte y la cultura, en todos los niveles y
aspectos. Justamente este año se celebraba en Latacunga y otras urbes los
respectivos Bicentenarios de Independencia y se preparaba ingentes eventos para
celebrarlos, pero, por las prohibiciones de realización no se podrá ser
testigos de lo maravilloso que se venía planificando.
Es
una triste situación, que muchos no lo entenderán, porque se cree erróneamente,
que el arte y la cultura no son parte del sector productivo de la sociedad,
siendo eso totalmente falso. La industria artística y cultural genera recursos,
y si bien, en Ecuador no son tan desarrolladas como en otros países, sí
representan un rubro importante para la economía familiar e, incluso, del
Estado.
El
espectáculo vivirá un letargo obligatorio. Los instrumentos musicales no
sonarán en público por unos meses; las butacas de los cines aparecerán vacías
por un largo tiempo; la magia de los colores y cinceles no aparecerán para
alegrarnos el día; hasta las musas semejarán estar ausentes del mundo. Sin
embargo, no será porque la creación se encuentre extinta, sino que los artistas
estarán desde sus hogares, impregnando las cosas más hermosas del mundo en sus
obras y buscando sacar lo más lindo, incluso, de esta situación adversa. Y ya
cuando todo pase y sea el tiempo adecuado, mostrarán al mundo la magia que
surgió de su inspiración durante el tiempo de las lágrimas…
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