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lunes, 6 de abril de 2020

PROBLEMÁTICA ALIMENTARIA Y CRISIS SANITARIA. POR FRANCISCO HIDALGO FLOR

Foto: Tamara Artacker
La crisis provocada a nivel mundial por la pandemia del Covid – 19 da la vuelta a todo, nada está quedando en su lugar, empezó siendo un problema sanitario, pero cuestiona al conjunto del modelo civilizatorio levantado en los últimos setenta años, luego de la posguerra de mitad del siglo XX para acá, esto es el capitalismo globalizado.

En algunas regiones y países con mayor complejidad que en otros y al parecer las evoluciones en el Ecuador están quedando entre las de mayor drama: ¿Quién no quedo estremecido con las imágenes que los medios de comunicación nacionales[1] e internacionales[2] transmitieron el 1 de abril sobre los cadáveres en las vías públicas de la ciudad de Guayaquil, la quema de llantas en las barriadas que acumulan muertos por varios días y el anuncio de ser enterrados en fosas comunes[3]?, sin embargo, este último anunció quedo sin efecto tras una ola de críticas al gobierno, que dispuso entierros dignos.  Al momento de escribir este artículo se reconoce oficialmente que  los datos generados tienen subregistro.

Una de las cuestiones que ha emergido en su gravedad es la problemática alimentaria: hay países enteros que tienen dificultad para acceder a alimentos, y en otros países hay zonas, como las barriadas populares, que tienen muchas trabas para encontrar productos de primera necesidad. Además que las cadenas privadas de expendio solo se ubican en zonas de ingresos medios y altos, pero no en los espacios donde viven poblaciones con ingresos bajos. A esto, se suma la situación sanitaria que demanda alimentos frescos y sanos, no solo enlatados o envasados, peor aún producidos con insumos contaminantes.

Esta realidad es la consecuencia de setenta años de un sistema corporativo que construyó a nivel mundial la concentración de la producción y del comercio alimentario, basado en una injusta e irracional división internacional, sostenida sobre la base de tratados comerciales con auspicio de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que monopolizó fertilizantes y semillas, obligó a que las mejores tierras del mundo se orientaran a los productos que demandan los países centrales y las grandes transnacionales de consumo y se  volvieran dependientes de alimentos a la mayor parte de países en África, Asia y Latinoamérica.

Lo que es peor, en los últimos años, con la promoción de los agrocombustibles, que la producción fuera a alimentar automóviles y la monopólica industria de cárnicos. Irracionalidad pues aleja la producción de alimentos de las necesidades de las poblaciones humanas circundantes, es más obliga a los campesinos a abandonar sus mecanismos de cultivos autóctonos e impone fertilizantes y semillas de marca transnacional para alimentar a otros.

Un ejemplo de ello es Ecuador, las mejores tierras del país, aquellas con mayor fertilidad de suelos, con acceso a riego, ubicadas en las zonas planas y valles, conectadas con las principales vías de transporte, con gran apoyo estatal, están orientadas a productos que se consumen en Europa, Estados Unidos o China: camarón, banano, flores.

Los productos agrícolas para el mercado nacional se producen en tierras de poca fertilidad, con poco o ningún riego, alejadas de las principales vías, con escaso apoyo estatal, en unidades productivas pequeñas o medianas: maíz suave y maíz duro, plátano, tomate, fréjol, melloco, alverja, pimiento, cebolla, entre otros.

Ahora las bodegas de las grandes compañías, en puertos y aeropuertos están abarrotadas de productos que no pueden salir del país y que jamás tuvieron el propósito de consumirse en el país. Ahí varados y pudriéndose. Los barcos llenos de petróleo sin tener a donde ir y en las empresas despidiendo a los y las trabajadoras/os.

Mientras en las ciudades, en las barriadas populares con habitantes por miles, hombres y mujeres demandan alimentos para sostener su vida: frutas, hortalizas, cereales, leche, huevos, carne.

Y quienes producen esos alimentos – algunos de ellos se vuelven con mayor demanda por su valor nutritivo como quinua o su aporte para enfrentar las enfermedades de vías respiratorias: naranja, limón, miel de abeja, hierbas medicinales – son los y las campesinas, agricultores, de la Costa, Sierra y Amazonía que se mantuvieron necios produciendo para los mercados locales y nacionales.

Evidencia de lo dicho es que del año 2000 para acá en el Ecuador decreció la superficie en cultivos transitorios, donde está la mayor parte de los alimentos para el consumo nacional, se perdieron doscientas mil hectáreas. Mientras que, en permanentes, donde están la mayor parte de cultivos para la exportación, se incrementó en ciento cincuenta mil hectáreas. Veamos el siguiente gráfico, elaborado[4] sobre los datos de la Encuesta de Superficie y Producción Agropecuaria Continua (ESPAC. [5]


Otro tema por tratar, de nivel local, es la cuestión del acopio y comercio de alimentos para los sectores urbanos de menores recursos económicos y para las poblaciones marginales, pues el neoliberalismo de los 90 y el actual debilitó o eliminó los circuitos de mercados municipales o estatales, tampoco el desarrollismo trabajó en esa línea.

Los supermercados fueron las empresas privadas que mayor utilidad generaron en la última década y media “los exitosos”, luego de los bancos y las empresas petroleras.

La concentración del mercado en grandes cadenas oligopólicas de mercantilización incrementa la fragilidad del acceso a alimentos para los sectores periféricos y/o marginales. Lo que se agudiza si colocamos el requerimiento de alimentos sanos y frescos, sin químicos ni preservantes.

Es urgente e imprescindible trabajar en líneas de comercialización pública, a través de gobiernos locales y/o provinciales, que acerquen producción agrícola campesina y consumo en barrios populares. Es emergente fortalecer el apoyo a los esfuerzos locales y regionales a favor de la agroecología.

Finalmente, es necesario señalar que una perspectiva estratégica, que reconozca que esta crisis sanitaria no es un caso aislado, sino que se encuentra enmarcada dentro de un conjunto de condiciones estructurales mundiales, entre ellas el sistema alimentario global, demanda transformar el sentido esencial de las políticas públicas: qué alimentos se producen, quiénes los producen, cómo se producen, para quiénes y cómo se comercializan.

Definitivamente hay que dar la vuelta a todo, desconectarse del sistema agroalimentario global, fortalecer el nacional y regional. No se puede volver a la normalidad.

* Profesor de Sociología Agraria en la Universidad Central del Ecuador e investigador de Sipae.

[1] Las primeras imágenes sobre las exposiciones de cadáveres en la vía pública en Guayaquil fueron transmitidas por los noticieros de las cadenas privadas de televisión pro – gobiernistas de Teleamazonas y Ecuavisa

[2] Los principales medios de comunicación globales que informaron y comentaron las imágenes fueron “El País” de España, y el noticiero de CNN en español, ambos afectos al régimen “morenista”.

[3] Hay que recordar que quién hablo de la posibilidad de fosas comunes para el entierro de cadáveres fue el propio gobernador en la provincia de Guayas, designado por el Presidente. Lo hizo en cadenas nacionales emitidas desde el canal del Estado y medios públicos.

[4] Elaboración: SIPAE, agradezco el apoyo de Freddy Montenegro y Eliana Anangonó para la elaboración del gráfico.

[5] Encuesta de Superficie y Producción Agropecuaria Continua- ESPAC.

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