La esclavitud sexual
de mujeres en la Frontera Norte tiene su modus operandi. En la tercer entrega
sobre el informe "La trata ente el espejo", se pone en evidencia los
mecanismos de sujeción, dominio y esclavización de un promedio de 100 mil
mujeres cada año en cuatro provincias del Ecuador.
Digamos
que usted, lector, lectora es migrante desempleada, aún sin regularizar su
situación migratoria —no digamos víctima de la guerra, desplazada o expulsada
de su tierra—, desempleada nomás. Usted pacta condiciones, digamos que acepta
el trato en principio:
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Lea aquí la primera parte y la segunda parte de esta investigación. |
Usted
va a solicitar un trabajo a un establecimiento comercial. Para darle trabajo,
usted debe “depositar” 500 dólares, pero como no los tiene, es una deuda suya
a partir de ese momento (se abona a comida, alojamiento, protección,
transporte, sábanas, condones, más lo que se acumule o se le ocurra a su
patrón —a esto hay que incrementar el costo diario de cada rubro—). Usted debe
entregar sus papeles, pasaporte, carnet de identidad, partida de nacimiento, o
cualquier identificación, que queda bajo “custodia” de su “empleador” (una
custodia que no cesa, sino que se transfiere a su siguiente patrón).
A
partir de que se “contrata”, usted debe vivir en el lugar de trabajo, y no
puede salir bajo ningún concepto, durante las 24 horas del día. Su cuarto es
el mismo lugar de trabajo, mide un metro cincuenta por un metro veinte
centímetros, en donde “cabe” una cama de cemento, con un medio colchón sucio,
y en un rincón hay una pileta de cemento, de unos 20 x 20 cm, con una llave de
agua y un cubo que hace las veces de baño.
En
su lugar de trabajo, usted debe recibir a los clientes de su patrón —no son
clientes suyos, usted no cobra, lo hace su patrón—, y “atenderlos” como se les
ofrezca, es posible que quieran obligarle a tener sexo sin condón... Si se niega usted, será “multada” con al
menos 30 dólares.
Si
usted acepta tener sexo sin condón —y aún con él— correrá riesgo de
contraer enfermedades venéreas, infecciones de transmisión sexual, VIH, embarazos
no deseados, abortos inducidos. Si usted no se “comporta” como “debe”, puede
ser objeto de castigos corporales, violencia física, violaciones múltiples y
en repetidas ocasiones.
SI USTED RECIBE UNA
VISITA PERSONAL O PRETENDE SALIR A VISITAR A ALGÚN FAMILIAR, USTED DEBERÁ
PAGAR UNA MULTA, QUE PUEDE VARIAR ENTRE LOS 30 Y 50 DÓLARES.
Si
usted quiere “ganar” un poco más de plata —aún y cuando usted no ha recibido
ni un centavo por su trabajo—, entonces, debe sentarse a beber alcohol con los
clientes de su patrón, para “impulsar” el consumo, otra de las fuentes
importantes de ingresos del patrón.
Si
usted tiene hijos, debe dejarlos fuera del negocio, literalmente en la calle. Por
lo regular se puede contratar alguna vecina que los cuide por 100 o 200
dólares al mes, sin ser familiares, por lo que si se enferman o necesitan
algo, usted deberá pagar las multas necesarias para poder solucionar su
problema.
Si
usted recibe una visita personal o pretende salir a visitar a algún familiar,
usted deberá pagar una multa que puede variar entre los 30 y 50 dólares. Si
habla con alguien ajeno al local comercial, sin permiso, pagará multa: 30
dólares. Si usted decide “salir” a trabajar a una casa u hotel, entonces la
multa puede llegar a ser de 120 dólares. (no se preocupe si no tiene para
pagar, siempre tendrá usted crédito).
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Un detalle de uno de los burdeles en la provincia de Sucumbíos Foto: Edu León |
A
los 15 días, usted aún no conoce a nadie, llega un vehículo por usted, para
llevarle a su “nuevo” trabajo, y usted es transportado a otra ciudad, en otro
establecimiento comercial, con otro patrón, al que cada día le debe más, hasta
que pasan otros 15 días y de nuevo usted es ubicado en otro centro de trabajo,
en los que no podrá recuperar su vida, su dinero, su identidad, su calidad de
persona, porque desde que se “contrató”, es usted la mercancía de un negocio
que va más allá de su comprensión y alcance.
Es
posible que sea usted, quién por su cuenta deba trasladarse a otra ciudad,
otro negocio, otra vida, porque es muy posible que, si usted tiene hijos, su
patrón los tenga bajo su “custodia”, y como “garantía” de su “trabajo”...
No
en todas las mujeres se cumplen todas estas situaciones de oprobio, pero en la
mayoría se suceden muchas de ellas. Y al final, aunque medie un supuesto
acuerdo en principio, o un consentimiento inicial, este siempre se ve anulado
por los métodos empleados para que las mujeres esclavizadas cumplan con ese
acuerdo.
Este
sometimiento laboral incluye, para dejarlo explícito, un permanente
endeudamiento exponencial de las mujeres (cada día mayor, a cada “alimento”
recibido, cada día de “hospedaje”, cada día de “protección”, cada día de explotación hace
que crezca la deuda), como mecanismo de sujeción, dominación y
esclavización. Deudas impagables, a deudores sin rostro –pues nunca le deben
al mismo, siempre son diferentes dueños de la deuda, pero la deuda siempre es
la misma-, que se paga una y otra vez y jamás se acaba.
ES POSIBLE QUE SEA
USTED QUIEN DEBA TRASLADARSE A OTRA CIUDAD, OTRO NEGOCIO, OTRA VIDA, PORQUE ES
MUY POSIBLE QUE, SI USTED TIENE HIJOS, SU PATRÓN LOS TENGA BAJO SU “CUSTODIA”.
Las cadenas de la
esclavitud sexual
Uno
de los factores que permiten el funcionamiento “normal” del negocio de la
explotación sexual a niveles de esclavitud es la construcción de redes de
tratantes. Es en realidad más una cadena, porque es un intrincado entramado de
grilletes que sujetan a las mujeres a una explotación sexual no consentida y
con múltiples —en muchos casos miles— de victimarios, porque en cada
violación, en cada “relación” no consentida la mujer es victimizada por quién
la lleva a cabo.
Éstas
redes no son originales, o fundacionales en el Ecuador, funcionan en forma
similar en todo el planeta. Así, encontramos testimonios parecidos en
Bélgica, en Francia, en España, en Madagascar, en Etiopía, en Singapur, en
Bangladesh, en EEUU, en México, en Panamá, en Chile, en Perú... Éstas redes
de tratantes suelen tener interconexiones —por intereses comunes— redes
trasnacionales. Así, cuando tienen “mercancía de primera calidad” (niñas
menores de 15 años, mujeres de clase alta, o bajo características
específicas o pedido) las mujeres con trasladas a otro país.
Ecuador
es un país que mayormente es usado como destino de la trata, es por ello que
entre los testimonios de esta investigación, las organizaciones de derechos
humanos, la Red de Trabajadoras Sexuales, funcionarios públicos y nuestras
propias observaciones determinan que se puede hacer una estimación de que más
de 85% de las mujeres que se observan en los burdeles son de nacionalidad
colombiana.
Estas
redes tienen “reclutadores” que pueden ser hombres o mujeres, cuya tarea es:
Atraer
a las mujeres a la red, mediante engaños, ofertas de empleo diversas –meseras,
empleadas de restaurante, cocineras, lavanderas, o sí, a veces se les dice a
las mujeres que deberán trabajar en la prostitución, más este
“consentimiento” nunca incluye el conocimiento de las condiciones de esclavitud
y sometimiento personal, laboral, económico y de vida a las que se verán
sujetas-; otra “oferta” común es, en el caso de que los enganchadores sean
hombres, el enamoramiento, el chantaje emocional, siempre realizado a mujeres
vulnerables, pobres, marginadas que ven en estas ofertas “amorosas” la
posibilidad de salir de la miseria.
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Foto: Edu León
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A VECES, SIMPLEMENTE
SE RECURRE A LA VIOLENCIA FÍSICA DIRECTA, SE SECUESTRA A LAS MUJERES, SE LAS
VIOLA SEXUALMENTE, SE LAS GOLPEA Y SE LAS SOMETE.
Crear
las condiciones para que las mujeres se aproximen o queden bajo el control de
la red, aún si no pueden insertarlas directamente. Es decir, a veces acercan a
las mujeres a poblaciones, las extraen de su medio social y cultural, para
dejarlas en estado de vulnerabilidad.
A
veces, simplemente se recurre a la violencia física directa, se secuestra a
las mujeres, se las viola sexualmente, se las golpea y se las somete.
Según
los testimonios, las “recompensas” o pagos por cada mujer varían en función
de la “calidad de la mercancía”, éstos pueden ir de los 100 a los 500
dólares. En las redes también cumplen un papel los que señalan o “marcan” a
las mujeres que llegan a diversas poblaciones, se ubican en el terminal del
bus, y ubican a mujeres susceptibles, solas, evidentemente pobres. Éstos
suelen ser taxistas, peluqueras, vendedores de calle que pueden recibir hasta
50 dólares por un “buen” señalamiento.
Sigue
una estructura de vigilantes, que se responsabilizan del traslado, manutención
y sostenimiento de las diversas estaciones de transferencia de mujeres. Primero
las llevan a hoteles o casas de seguridad, en donde las mujeres son violadas en
repetidas ocasiones –“entrenamiento” le llaman-, para poder ser prostituidas. A
veces drogan a las mujeres, y si algunas de ellas se hacen adictas, eso les
facilita la dominación y así generan otros mecanismos de dependencia. Ellos
son responsables de elegir a las mujeres que “pueden” ir a los centros urbanos
grandes o las que irán a la selva o lugares más inhóspitos:
Si
son mujeres que tienen mucho miedo y se someten fácilmente, pueden entrar de
lleno al circuito.
Si
son mujeres rebeldes, o más fuertes, son llevadas a lugares en dónde será
más sencillo “deshacerse” de ellas si es preciso-; los vigilantes suelen
viajar entre las provincias en el trasiego de las mujeres.
Suelen
tener contacto con los proxenetas de la prostitución de calle, de dónde
recuperan información valiosa sobre la movilidad de las policías, operativos,
batidas e intercambio de mujeres. Estos personajes son claves en la
construcción de la red, porque conocen casas, hoteles, túneles o “bunker”,
escalas seguras, refugios, recorridos, funcionarios “amigos” —de toda índole—,
y todos los mecanismos que les permiten una libre movilidad por el territorio
nacional. Suelen ser responsables de los castigos a las mujeres insumisas, que
pueden ir desde violaciones, golpes, fracturas planeadas, o asesinatos en caso
de fugas o delaciones.
EN PROMEDIO, LAS
MUJERES EN LOS PROSTÍBULOS MANTIENEN UNA ESTADÍA NO MAYOR A LAS DOS SEMANAS,
LOS DUEÑOS DE LOS BURDELES AFIRMAN QUE SE TRATA DE UN ASUNTO PURAMENTE
COMERCIAL.
Otro
elemento importante en la cadena es el dueño o administrador (suelen ser
mujeres) de los burdeles, prostíbulos o night club , quienes reciben a las
mujeres y se “comprometen” a mantenerlas dentro del local —por ello, cuando
alguna mujer sale “aunque sea a comprar chicles” se le cobra una multa, casi
siempre estas multas son de 30 dólares—. Los burdeles “protegen” a las mujeres
durante los quince días de estancia:
En
promedio, las mujeres en los prostíbulos mantienen una estadía no mayor a las
dos semanas, los dueños de los burdeles, en entrevista, afirman que se trata
de un asunto puramente comercial “cuidamos el negocio”, “tenemos la mejor
mercancía”, “siempre buscamos lo mejor para nuestros clientes”, “hay que mover
la mercancía para que siempre atraiga a los clientes”. El argumento siempre
termina por cosificar a las mujeres, que sólo son un insumo más del negocio.
Y en efecto, eso son.
En
términos reales, la estancia corta de las mujeres en los burdeles, tiene que
ver con el sometimiento a que son sujetas, porque en ese lapso de tiempo no
pueden establecer relaciones con los clientes, ni vecinos; no desarrollan
amistades firmes entre ellas; a veces ni si quiera saben en dónde se
encuentran, porque les es impedido salir de los locales, y muchas de ellas
prefieren no hablar con los “clientes”, por miedo y porque los “clientes” en
este plano son un victimario más de la cadena.
Los
dueños de los burdeles son muy importantes pues ellos administran los bienes
del negocio, reciben la ganancia en primera instancia y distribuyen pagos a los
“dueños” de las mujeres, a sus propios mecanismos de vigilancia, crean sus
propias redes de seguridad local, que casi siempre involucran a policías, y
funcionarios públicos que les permitan operar con tranquilidad –en
Acercamiento institucional de este mismo informe, tratamos de describir esta
parte del fenómeno, y sus implicaciones.
La
parte final de la cadena, en la cúspide, se encuentran los tratantes,
“dueños” de las mujeres, de vehículos, de casas, de hoteles incluso, que les
garantizan movilidad, seguridad, y estabilidad financiera. Estos solían ser
llamado proxenetas, chulos, maridos, padrinos, madrinas, tías, o
patrón/patrona.
MUJERES DE
CARACTERÍSTICAS FÍSICAS MUY ATRACTIVAS, JÓVENES Y BIEN FORMADAS, PUEDEN
DESTINARSE A “ATENDER” EL TURISMO SEXUAL, SON OFRECIDAS POR CATÁLOGO POR
CIFRAS ELEVADAS.
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Cochones usados en los burdeles en la frontera norte van a parar a la zona de desechos Foto: Edu León |
Su
papel es —además de enriquecerse de la explotación sexual de, literalmente,
miles de mujeres—, de encontrar los “nichos de mercado” de su negocio, así,
observan la “calidad” de la mercancía de su propiedad –las mujeres-, y deciden
su destino:
Menores
de 15 años suelen ser subastadas en las ciudades grandes (se sabe que en Quito
una menor puede ser subastada entre los mil quinientos dólares –para
insertarla en el circuito de la trata-, o hasta 25 mil dólares –por “una sóla
vez”, siempre a personajes conocidos o públicos, por lo que después de que
son “usadas”, las niñas desaparecen).
Mujeres
de características físicas muy atractivas, jóvenes y bien formadas, pueden
destinarse a “atender” el turismo sexual, son ofrecidas por catálogo por
cifras elevadas. Regularmente se usan los vínculos con los hoteles de las
ciudades para su distribución y movilidad, con la complicidad de los empleados
de los establecimientos, quienes “ofrecen” estos servicios especiales del hotel
a sus huéspedes.
Mujeres
para espectáculos, pueden ser sesiones fotográficas, películas domésticas,
sesiones de tortura y fetichismo, o sexo en grupos. La gran mayoría de las
mujeres es destinada al tipo de trata o esclavitud que esta investigación
documenta, la que se vive en los burdeles.
Estos
personajes son dueños del tiempo y la vida de las mujeres, deciden sobre su
destino, su salud, y son la última palabra en materia de ingresos y egresos en
el negocio. Mantienen relaciones de alto nivel social, y suelen tener más de
una red, o redes para diversos fines; son realmente pocos a nivel nacional, y a
veces también son dueños de redes de burdeles a nivel nacional (en esos
negocios es “normal” según los testimonios de todas las Intendencias de
Policía –responsables de la regulación de este tipo de negocios-, que nunca
se sepa el nombre de los dueños reales, y siempre hay
administradoras/administradores que pueden ser fácilmente removidos o puestos
en prisión de ser necesario sacrificar a alguien, para tranquilizar a alguna
autoridad).
En
el terreno financiero, la legalidad bajo la que operan estos negocios les
permite crear vínculos financieros y bancarios legítimos, por lo que no
suelen precisar de mecanismos de lavado de dinero. Por el contrario, sería muy
sencillo usar estos negocios como fachada para el blanqueo de fondos de otro
tipo de “empresas” ilícitas. Fuente: Redacción Plan V.
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