Por: Ernesto Flores
Cuando una insurrección se frena, el movimiento
posterior es el ascenso de una arremetida reaccionaria. El hecho de que los
Paros Nacionales, pre- insurreccionales de 2019 y 2022 hayan sido enterrados en
las mesas de negociación anticipaba claramente la avalancha burguesa represiva
y derechista que está viviendo el país.
La prisión política, la judicialización de dirigentes populares, la
destrucción de organizaciones sociales son parte de ese proceso que va de la
mano de una debilidad estructural de las organizaciones que ha permitido la
llegada al poder de un representante directo de los monopolios, en este caso de
Grupo Noboa, una asamblea donde se ha establecido un pacto entre los
progresistas, el socialcristianismo y el grupo político del actual presidente.
Los sectores populares, inclusive aquellos que llevan adelante una política
electoral, totalmente excluidos al antojo de los caprichos de la burguesía
monopolista.
Los sectores populares y la izquierda tradicional han entrado en
desbandada, por un lado las organizaciones que le apostaron a ser cola del
progresismo desorientadas, utilizadas y sin ninguna posibilidad de cabildear
siquiera para la elección de candidatos, avanzando en un claro proceso de
liquidación o derechización. Por otro las organizaciones tradicionales que han
topado techo, presa de sus propias contradicciones se han alejado gravemente de
las bases, así como de las prácticas políticas transformadoras y han
reproducido lo peor de los vicios que supuestamente combatían, avanzan también
en un claro proceso de autoliquidación.
La tendencia hacia la Reconstrucción emerge como la tendencia principal
convertida en tarea para las organizaciones revolucionarias. Pero esto implica
una reorganización de la línea de masas de las organizaciones. El
distanciamiento entre las bases y las estructuras de dirección saltan a la luz,
los sectores de base están abandonados y las direcciones creen que pueden dar
órdenes desde la comodidad de sus escritorios en función de intereses ajenos a
la lucha de clase. Hace mucho que las ONGs ambientalistas, feministas,
progresistas dan línea y orientación a las organizaciones tradicionales y desde
el chantaje y la injerencia económica dictan una línea oportunista ajena al
proceso revolucionario.
¿Es posible que estas organizaciones hayan abandonado el camino
revolucionario? Por supuesto, hace mucho que la revolución y la conquista del
poder fueron dejadas de lado por estas organizaciones, y al día de hoy han
terminado por configurarse en guardianes del status quo, sosteniendo los
privilegios que han obtenido de traficar con las luchas populares, ocultos tras
un supuesto discurso pragmático, que es más bien una práctica de sometimiento a
los financistas.
La Reconstrucción por lo tanto debe significar un regreso a las
prácticas propias de la clase trabajadora, la democracia obrera, la
organización desde abajo, la perspectiva revolucionaria deben sentar las bases
para enfrentar a Noboa.
Al día de hoy queda claro que, a pesar de los llamados lastimeros de los
oportunistas, daba lo mismo votar por Noboa o Gonzáles, ambos grupos terminaron
por pactar en la Asamblea, y no tardaremos en observar a esa Asamblea, de
mayoría supuestamente progresista, inclinarse con devoción ante los proyectos
económicos enviados por el Ejecutivo, los que no son ni más, ni menos los
mismos que Lasso mandó años atrás, es decir, políticas neoliberales al servicio
de la burguesía que serán convertidos en ley por los progresistas. Las lágrimas
oportunistas que llamaban a votar por Gonzáles son más indignantes cuando vemos
los pactos y acuerdos del progresismo en busca de beneficiarse ellos y a las
facciones burgueses que las respaldan. ¿Qué puede ser más muestra de bancarrota
que este oportunismo lastimero?
Ya surgen voces que anticipan su falso pragmatismo para las elecciones
de 2025, alianzas interclasistas, acuerdos con los socialdemócratas, frentes electorales sin la más mínima
pertenencia de clase, ¿Qué buscan estas políticas? Enterrar el movimiento
popular, liquidar la revolución, amparar los intentos electorales de los
oportunistas enquistados en las cúpulas de las organizaciones populares. Los
revolucionarios debemos rechazar esas posturas, la única posibilidad es la
Reconstrucción, la unificación de los marxistas- leninistas, la unidad de los
trabajadores lejos de las prácticas del oportunismo de todos los colores y
tendencias.
Como se ha mencionado en artículos anteriores, Octubre de 2019 solo fue
el inicio de una oleada revolucionaria que está lejos de terminar, aunque la
burguesía y los oportunistas desearían que así fuera, y en los próximos años
los trabajadores tendremos nuevas oportunidades de transformar radicalmente
esta sociedad, la tarea es anticipar y preparar la organización revolucionaria
para ese momento.
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