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Las mujeres fueron símbolo fundamental en las protestas de octubre.
Foto de Luis Herrera, fotógrafo documentalista
de CoopDocs Coperativa Audiovisual
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Por Jaime Chuchuca Serrano
Todos
conocemos el pánico que hay en Carondelet. Las rejas y alambres de púas se han
convertido en decoración permanente, que no se quita ni por Navidad. Además del
cuento del golpe, a Lenín Moreno no le deja dormir los casos de corrupción en
los que está implicado junto a Rafael Correa, los INApapers y los futuros
procesos por el Estado de excepción, represión, violación de derechos humanos,
heridos y asesinatos de octubre.
La estrategia de Moreno es ganar la
presidencia con Otto Sonnenholzner, Jaime Nebot, Guillermo Lasso o alguna otra
figura que le garantice impunidad. Las encuestas del gobierno le dan a Moreno
entre el 15 y 17% de credibilidad, frente al 85 y 83% de repudio (Cedatos).
Sonnenholzner tendría una credibilidad mayor, de apenas 6 puntos. Siendo los
dos funcionarios de Estado, con todo el poder estatal, millones gastados en
publicidad, un ejército de burócratas y otras delicias del poder, es una
candidatura abiertamente perdedora.
Entre otros resultados, el levantamiento
de octubre identificó a los personajes políticos en las clases sociales que les
corresponden. Nebot y Lasso, burgués industrial el uno y banquero el otro,
tienen herencia terrateniente y guardan el germen oligárquico. En el
levantamiento les saltó el racismo y fascismo y se anularon temporalmente como
candidatos.
Las fuerzas populares del levantamiento
de octubre se han identificado con el liderazgo indígena: Jaime Vargas,
Leonidas Iza y Yaku Pérez. El 74% de la población, dice que votaría por un candidato
indígena a la presidencia. Esto ha puesto a temblar a algunos sectores de la
burguesía y otros, como Correa, quieren pescar a río revuelto haciendo
alianzas, como si la gente no recordara la represión en Dayuma, los miles de
perseguidos y la muerte de Bosco Wisuma.
Aunque Latinoamérica entera encuentra la
movilización como la mejor forma de lucha para lograr cambios radicales, la
permanente situación electoral se impone desde el poder como un catalizador de
los ánimos candentes de la población.
Probablemente en Ecuador no venga la
derecha colonial y neoliberal, ni retorne al gobierno el populismo de
Correa, sino surja una propuesta más
radical. Sin embargo de todo, el 93% de la población considera que la movilización
es una herramienta justa para el cambio estratégico del rumbo político.
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