Los medios de
comunicación alternativos cumplieron un rol fundamental para romper el cerco
mediático que impuso el Gobierno y los medios tradicionales durante el Paro
Nacional. Dado que, la cobertura realizada fue siempre desde el lugar de los
hechos, “chupando gas”, aguantando el sol, el frío y la lluvia. En más de una
ocasión, fueron “correteados” por la Policía Nacional y las FFAA, en algunos
casos hasta sufrieron impactos por algún objeto “contundente” disparado o
lanzando, pese a ello, la cobertura no paró. Luego de 11 intensos días se
declaró el fin del Paro Nacional, o al menos con la intensidad vivida; no
obstante, la labor desinteresada que se desplegó adquirió un sentido vivencial
y educativo que debe ser transmitido.
Tras
lo sucedido, gran parte de la opinión pública reconoció que los medios tradicionales,
durante el Paro, cumplieron un rol clave para descolocar las movilizaciones,
reduciéndolas a actos vandálicos, saqueos o confabulaciones políticas que
buscan desestabilizar al país desde Venezuela, Cuba o las selvas colombianas,
creyendo que no existían fisuras que ponían en duda su versión de los hechos. Y
es que en esta sociedad donde las clases sociales definen una postura frente a
la realidad, nadie puede ponerse por encima de las situaciones históricas
aparentando neutralidad.
En
ese sentido, la comunicación no es neutral, los grandes medios dieron el
espaldarazo a las medidas económicas plegando al discurso de la oligarquía,
tomaron posición del lado de la clase que motivó el paquetazo, incumplieron con
el código deontológico que todo periodista jura defender: mantener la verdad de
los hechos. En otras palabras, todxs quienes estuvieron ahí tomaron posición
frente al Paro Nacional, unxs del lado de lxs opresores y otro del de lxs
oprimidos.
Los
medios alternativos buscaron romper el cerco mediático con textos cortos,
hashtags, transmisiones en vivo, videos, audios, etc. Muchas veces al calor de
los hechos, sobreponiendo carencias tecnológicas e incluso prácticas, mediante
un proceso de aprendizaje colectivo con los sectores populares.
Sudamos,
sangramos, lloramos, corrimos, abrazamos, nos subimos en autos desconocidos,
cocinamos y compartimos el alimento.
Ante
lo expuesto, se comprendió la necesidad del casco de bicicleta, de antemano ya
era conocido que el carnet de prensa no garantiza derechos; sin embargo,
también existen detalles que pueden salvar la vida, como la “formalidad”,
aunque desde un sentir clasista a veces ambas características se pueden
identificar como “conductas burguesas”. En definitiva, fue un proceso de
aprendizaje y crecimiento, que permitió comprender con mayor claridad la
tremenda tarea que se espera desde hoy en adelante: militar por un periodismo
de clase.
Sin
duda, esta labor al igual que el Paro Nacional es satanizada y muchas veces
queda reducida a actos violentos e instigación al odio, más aún cuando se
presencia en primera persona el rostro descarado de un Estado violento que desconoció
los derechos humanos. No obstante, se cumplió con el trabajo que la sociedad
había encomendado a los medios tradicionales, cuyo vacío ha sido llenado con
esfuerzo y convicción. Esa verdad, ni las leyes, ni las instituciones del
Estado, la pueden poner en duda. En definitiva los medios alternativos
rompieron el cerco mediático. Fuente: Revista Crisis.
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