María Quilumba (i) junto a sus nietas Kasandra,
Jenifer y su hijo Guido Chalá, en su hogar, localizado en Azaya.
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Tiene
dos libros publicados y 17 obras en borrador. A pesar que todavía no tiene una
fecha para imprimir, su ilusión es poder vender y que se difunda en todo el
país.
IMBABURA – IBARRA.- Casi
sin moverse y rodeada de libros, telas y una máquina de coser, la encontramos a
doña María Salomé Quilumba Carcelén, de 59 años de edad, en su hogar, ubicado
en las calles Manta e Ibarra, en el sector de Azaya.
Junto
a ella y al pie de su cama están sus hijos, nietos y bisnietos quienes no se
descuidan ni un solo minuto, pues su enfermedad catastrófica denominada
poliomielitis (Enfermedad infecciosa producida por un virus que ataca la médula
espinal y provoca atrofia muscular y parálisis) los obliga a estar pendientes
de día y de noche.
Doña
María, quien es oriunda Cuajara, en la localidad de Guallupe que pertenece al
sector de La Carolina, lucha con el virus que no le deja mover sus brazos y
piernas. Sin embargo eso no ha sido impedimento para escribir libros y folletos
desde 1992.
Su
historia. Se casó a los 14 años de edad y su vida era normal. Tuvo nueve hijos
y vivió en Santo Domingo de los Tsáchilas por una década. Cuando cumplió 25
empezó su pesadilla. Con dificultad podía caminar, ya que sus músculos no le
respondían. Iniciaron los tratamientos para saber cual era su verdadero
problema. Ningún médico con certeza podía detectar su enfermedad.
Sin
embargo un examen que fue analizado en los Estados Unidos identificó su caso.
Desde ese momento nada fue igual.
“A
los 30 años dejé de caminar. Se complicó. Hice rehabilitación pero no tuve
mejoría. Mi problema era progresivo. No puedo manejar nada con peso. Tienen que
bañarme, cambiarme, llevarme al baño y darme los alimentos. Para mi las manos y
la vista son importantes para poder cumplir con lo que más me gusta hacer”,
dijo.
Hace
dos años su familia pudo obtener una cama hospitalaria que le ayuda a cambiar
de posiciones.
Dice
que ha sido un alivio y asegura que Dios siempre está con ella.
María
ha superado una gastritis crónica y también retención de líquidos. Diariamente
debe colocarse insulina, una en la mañana y otra en la noche.
Para
obtener esa medicina debía cancelar 20 dólares cada día. Es decir necesitaba
400 dólares al mes, pero desde el 2017 dejó de cubrir esos gastos gracias a sus
médicos del subcentro de salud número 1.
Sus
obras. María Quilumba llegó solo hasta la primaria y lo hizo en San Lorenzo,
Esmeraldas. No pu-do cursar el colegio. Ella considera que viene de una familia
de escritores.
“Somos
once hermanos y dos nos gusta escribir. Édison escribe mucho pero hay una
diferencia, mi hermano pudo llegar a la secundaria. Yo no logré hacerlo, pero
me autoeduqué y aprendí a escribir. También estudié medicina herbolaria o
natural”, dijo.
Empezó
a colocar sus primeras letras y frases en 1992 en el hospital Pablo Arturo
Suárez en Quito.
Durante
un año pasó internada por problemas con su enfermedad. Allí sobre una cama armó
su primer documento con el nombre ‘Lo que pierde la mujer al rechazar la
maternidad’, que refleja las consecuencias de la mujer cuando decide abortar.
600
ejemplares se vendieron como pan caliente a un valor de 15 mil sucres. Luego
sacó a la luz el folleto ‘Dos mujeres distintas. Historia de la Vida Real’.
Las
últimas obras que ha podido escribir son: ‘Avalancha’ y ‘Como el ave fénix’.
Ella está convencida que nunca dejará de escribir, leer y coser, pues considera
que es lo único que le hacen sentir viva. Fuente: Diario El Norte.
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