Por: Andrés Quishpe*
En julio de 2020, UNICEF y el Ministerio de Educación,
presentaron datos importantes sobre Diagnóstico de Servicios de Agua,
Saneamiento e Higiene en las Instituciones Educativas, donde se señala que: el
50% de las instituciones rurales, y el 38% de las urbanas, no realizan un
tratamiento para el agua de beber; el 9% en área rural y el 7% en la urbana
tiene una escasa disponibilidad de agua, incluyendo los casos de falta de
líquido por semanas o meses; el 47% de instituciones educativas fiscales tienen
un servicio apto de higiene; el 7% no alcanza el estándar de lavamanos por
estudiantes y el 19% no tienen un servicio aceptable. Más del 50% no cuentan
con jabón y otros insumos de limpieza; el 69% de instituciones educativas
fiscales tienen un servicio apto de saneamiento y el 17% no tienen un servicio
aceptable. Superar esta realidad de la noche a la mañana es complejo. Sin
embargo, sí es necesario dotar de la suficiente agua potable, jabón de manos e
insumos de limpieza en perspectivas de poder hablar de programas de educación y
salud integrales en el retorno a clases presenciales.
Algunos
dirán, pero con la vacuna basta. Datos oficiales de MinEduc, sobre la cobertura
de vacunación, según grupos de edad señalan que: de 5 a ll años, han recibido
la primera dosis el 75.48%; segunda dosis 57, 38%; en la población de 12 a 17 años,
primera dosis 87,09%; segunda dosis el 73,9%. Es fácil colegir, que no es muy
objetivo que los padres y madres familia, no están llevando a sus hijos a
vacunarse, pues, de estos porcentajes, un buen número corresponde a la
población estudiantil que se encuentra vacunada, al igual que los/as docentes.
Sin embargo, hay que tener presente que varios organismos de salud han señalado
que, incluso habiendo recibido las dos dosis de la vacuna contra la COVID – 19,
se pueden presentar contagios. A esto se suma que, la Organización Mundial de
la Salud, ha declarado a la variante denominada Ómicron como “variante de
preocupación”, puesto que “se transmite con más facilidad, que son más
virulentas”. Aquí, una vez más, surge la necesidad de una escuela dotada con insumos
de bioseguridad básicos, infraestructura adecuada, entre otras medidas que de
manera muy clara han señalado representantes de la salud. Si el propósito es
reabrir las escuelas lo más pronto, ¿Acaso no será necesario de manera urgente
que las escuelas y colegios se conviertan en centros de vacunación para
completar el proceso en los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que aún no se
han inmunizado?
Que los
niños/as están afectados psicológicamente por el encierro sí, y como docentes
invitamos a entender que la educación potencia la salud y, a su vez, la salud
potencia la educación; relación que lleva a posicionar estos dos derechos
humanos como inseparables y prioritarios, mucho más ahora, en el contexto que
vivimos. Según varios expertos, así como el estrés, se desarrolla por estar
encerrado, también se puede desarrollar al no contar con espacios educativos
seguros a través de diferentes manifestaciones de estrés: angustia emocional o
preocupaciones que le distraerán de su trabajo académico tanto a estudiantes
como docentes, viéndose afectada la salud mental que es una condición necesaria
para lograr un buen clima escolar, más aún en época de pandemia.
Que los
padres y madres salen a bailes, centros comerciales… Sí, es real. Pero, cuidado
nos hacemos eco de argumentos simplistas que pueden llevarnos a satanizar la
pobreza. En el Ecuador, según datos del INEC, cuatro millones seiscientos mil
ecuatorianos se encuentran en el trabajo informal, trabajo autónomo o por
cuenta propia, es decir día a día salen a las calles a buscar el pan para sus
familias y, lógicamente, corren el riesgo de contagiarse. Ellos no pueden
aplicar el teletrabajo, y tampoco existen alternativas para asegurar en este
sector de la población: comida, medicinas, pruebas rápidas, fuentes de trabajo
biosegura… No todo contagio es por “parranda” o por salir a tomar un helado, en
un país donde miles de ecuatorianos han perdido sus puestos de trabajo ese tipo
de “argumentos” termina siendo en el fondo un insulto a los más pobres.
La Ministra
de Educación en varias entrevistas señala que: “Los establecimientos educativos
no son focos de contagio”. Pero eso era antes, porque ahora ocurre que ha
crecido el número de niños, niñas contagiadas. Mediante información del
Ministerio de Salud se ha identificado más de mil casos de menores contagiados
con la variante Ómicron, lo que significa que las aulas se pueden convertir en
foco de contagio. A esto sumado que, si escuelas y colegios no cuentan con
servicios básicos, una infraestructura adecuada, insumos de bioseguridad y el
Ministerio de Educación le apostado al hacinamiento mediante el memorando
MinEduc–GCP-2020-00756-M, que dispone la unificación de paralelos o niveles
hasta completar el aforo máximo 30 a 45 estudiantes. El hacinamiento frena todo
proceso de retorno.
Es
menester recordar que sin mayor conocimiento y obviando las condiciones de la
infraestructura escolar se aprobó el aforo completo que fue planteado por el
Ministerio de Educación y autorizado por el Comité de Operaciones de Emergencia
(COE) nacional; el regreso al aforo completo impide aplicar recomendaciones
básicas y echa abajo el famoso Plan Institucional de Continuidad educativa
(PICE) del Ministerio de Educación que establece como norma respetar el
distanciamiento físico de 1,5 a 2 metros entre cada persona, para que esto se
cumpla cada aula debería tener 78 metros m² y esa no es la realidad de nuestras
escuelas y colegios. Será que el Gobierno se ha preguntado cuantos litros de
alcohol semanales se necesita para desinfectar las aulas, insumo que tampoco se
está dotando a los establecimientos educativos. Recordemos que los primeros
materiales de bioseguridad fueron proporcionados por madres, padres de familia
y docentes en las respectivas mingas. Dieciocho meses estuvieron las escuelas
cerradas, y para lo único que sirvió es para justificar recortes en el
presupuesto de educación con este y el anterior gobierno, es fácil colegir que
las escuelas se abren con recursos y no con discursos.
Por
reiteradas ocasiones la Unión Nacional de Educadores (UNE) ha presentado al
Ministerio de Salud y Educación, así como al COE Nacional, su disposición a
laborar presencialmente y la mantenemos. El retorno presencial es urgente ya
que como profesores somos conscientes de que, en las aulas, laboratorios,
bibliotecas, centros de prácticas, patio, y comunidad, el docente conoce a sus
estudiantes y su evolución académica de manera objetiva y el niño, niña, joven,
puede socializar bajo el espacio educativo y mediante el proceso de enseñanza y
aprendizaje.
Reabrir
las escuelas demanda dejar de lado la improvisación y dejar de pensar que se
trata de ubicar solo fechas o llenar papeles definidos desde el escritorio
ministerial. El Gobierno debe trabajar en los hechos para que esto suceda. Es
urgente replantear las políticas públicas en educación y la organización
institucional para garantizar atención a la salud física y psicológica en las
instituciones educativas, condiciones laborales que reflejen el interés por el
bienestar y la seguridad de los actores educativos, un modelo educativo que
privilegie las necesidades humanas antes que los objetivos instruccionales, que
permita mejorar la relación entre docentes y padres/madres de familia;
formación docente en temas relacionados a la pandemia, salud mental y
tratamiento de las diferencias humanas en los centros educativos y sobre todo
presupuesto económico e infraestructura necesaria para enfrentar todas las
demandas y problemáticas que tiene actualmente el Sistema Nacional de
Educación.
Si las
escuelas están cerradas es porque no se ha trabajado en garantías mínimas para
que estén abiertas, es porque el Estado tampoco ha brindado seguridad y salud
necesaria a su población, pues las escuelas no se cierran por sí solas incluso
en estos tiempos de pandemia y, frente a esas amenazas, varios sectores de
médicos, el gremio de docentes, organizaciones estudiantiles como la FEUE,
FESE, sectores importantes de madres y padres de familia, han pedido continuar
con la educación virtual y retornar cuando la curva de contagio baje. Sin duda
alguna la mayoría de ecuatorianos le apostamos a una educación presencial para
lo cual necesitamos una mayor dosis de voluntad política para trabajar en los
hechos por reabrir las escuelas y no solo en el discurso o descargando toda la
responsabilidad a las familias.
Referencias
s.f.
El
Comercio. Planteles masivos no logran cumplir el distanciamiento, 29 de
noviemnbre de 2021.
El
Universo. El retorno obligatorio con aforo completo a las aulas genera
inquietud y preocupación en entidades educativas rurales de Quito, 20 de
Noviembre de 2021.
Isch
Edgar, Zambrano Angela. «Educación y salud, derechos indisolubles.» En
Experiencias educativas innovadoras y pandemia , 87- 106. Quito: Ediciones
Opcion , 2021.
Quishpe,
Andres. ¿Volver a las aulas?, 27 de noviembre de 2020.
*Coordinador
Nacional UNE
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