Por: Isidro Cárdenas.
Históricamente la juventud ha representado los más
álgidos sentimientos de rebeldía dentro de la sociedad, su inagotable capacidad
de cuestionar lo establecido, de irse en contra de lo normalizado y su
revolucionara razón han logrado cambios importantes en este caminar.
Por eso es necesario que esta llama de lucha nunca se apague y que su
espíritu no se ofusque ante las constantes y subliminales influencias del
capitalismo. ¿De qué influencias hablamos?, quizás valga mencionar la
enajenación como una consecuencia de dicho influjo, si quieres un ejemplo,
piensa entonces en la ceguera selectiva, sí, esa misma que aplicamos para
desentendernos de la realidad ante la pobreza, esa misma cruda realidad que a
diario nos confronta, pero ¿cómo la vamos a ver si vivimos encerrados entre
cobijas, harta comida y entretenimiento?, y no digas que: “estamos en pandemia,
no se puede salir”, si antes de esta tampoco lo hacías; desde guagua he
escuchado que en la mesa no se habla de política, fútbol o religión, y yo me
pregunto: ¿entonces cuando hablamos de eso? ¿Al ver en las noticias que mueren
muchas personas de hambre, de enfermedad, de covid-19 o de las tres? ¿Al ver
desde nuestro privilegio para poder juzgarlos de “vagos”? ¿Ahí sí hablamos? Y
es por esta breve razón que iniciar un trabajo en una comunidad puede parecer
difícil, complicado o que el sentido de hacerlo no juega un papel importante en
el cambio estructural de la sociedad.
Las generaciones caducan y asimismo deben hacerlo sus ideas que coartan
la palabra, la discusión, el lenguaje, que coartan nuestra percepción del
mundo, desde dónde y cómo nos posicionamos en el mismo, razón por la cual
actuamos con base en esa construcción. Gracias a estos procesos se han podido
establecer fuertes vínculos con varias comunidades que hoy son amigas, hermanas
revolucionaras de quienes hoy su voz se escucha e incómoda más que antes, ¡y
qué bueno que incomoden!, solamente así podremos quitarnos poco a poco las
cadenas alienantes de este cruel sistema; y en esto seré claro, uno no escoge
dónde nace, si en cuna de oro o en una de periódicos, pero sí es posible
escoger nuestras acciones, claro, siempre y cuando en la mesa también se hable.
Por eso agradezco hoy a la juventud que critica constantemente nuestros
patrones culturales de desentendimiento, y en consonancia con sus discursos,
crudamente nos hace ver que hay un mundo más allá de nuestro ascensor, de las
pantallas táctiles o de las paredes del conjunto. La juventud será la
respuesta, la primicia, incluso me atrevo a decir que es la síntesis que nos
llevará cada vez más lejos en la construcción del poder popular.
Si hoy intentase describirla en pocas palabras, diría que la juventud es armoniosa violencia que ha despertado del letargo en el que el capitalismo nos ha sumido durante varios años. La lucha continúa, nunca terminará, podremos equivocarnos en este proceso, es parte de y totalmente necesario para así repensar nuestras acciones y posiciones frente a la injusticia que día a día nos deshumaniza más.
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