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Las comunidades de Girón dijeron no a la minería el pasado 24 de marzo de 2019 en las elecciones seccionales. Foto: Yasunidos Cuenca |
Desde la invasión de Europa a América y el Caribe en 1492, la producción
extractivista se ha modernizado de acuerdo a los avances tecnológicos. Sin
embargo, la acumulación capitalista en manos extranjeras y privadas, por una
parte, y la miseria y desolación de nuestros pueblos, por otra, es una
constante de siglos.
Para el año 2019 en América Latina se
registran más de 225 conflictos por actividad megaminera. Entre los que se
encuentran los proyectos de Ecuador: Mirador y Fruta del Norte (Zamora); Loma
Larga, Río Blanco y Kimsacocha (Azuay). Un colonialismo insertado dentro del
Estado pues la Constitución y las leyes escritas con artículos ambiguos
violentan derechos y principios.
La megaminería perfora el manto
natural y contamina las aguas dulces, superficiales y subterráneas, alterando
todo el ciclo del elemento vital. No hay ninguna tecnología que garantice la no
contaminación del agua y peor aún la conservación de la fauna y la flora. Más
aún cuando en el mundo 1 millón de especies (la octava parte de las existentes)
están en peligro de extinción (Unesco).
Resuenan todavía las falaces palabras
del ex presidente: “No podemos ser mendigos sentados en un saco de oro” (Rafael
Correa). Los habitantes rodeados por una biodiversidad única, por cientos de
lagunas y ríos, no pueden ser comparados con mendigos. Esta es una riqueza
natural de la cual son guardianes, no mendigos. El absurdo modelo económico que
no incluye a la naturaleza dentro del Producto Interno Bruto (PIB), no puede
ser una premisa para llamar mendigos a los habitantes que poseen valores de uso
natural de propiedad común, superiores a cualquier actividad mercantil.
Quiere pasarse por alto la consulta
de Girón donde el 86,7% votó no a la minería y que se ha convertido en un
precedente jurídico y electoral. Lenín Moreno continúa la política del
expresidente Rafael Correa con la nueva Política Minera (que sigue siendo la vieja)
y que supone el despojo de la biodiversidad de las comunidades. La ruta de esta
política es la de la muerte, la misma que nos ha dejado sin petróleo, sin
naturaleza y sin comunidades.
La consulta popular antiminera
anunciada en Azuay es un primer escalón para poner un alto al despojo. ¡Yaku
kawsaymi!, el agua es vida.
*Abogado, licenciado en Filosofía y
magíster en Sociología. Actualmente, docente de la Universidad de Cuenca.
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