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martes, 22 de enero de 2019

EL GOLPE DE TIMÓN PARA COMBATIR EL MACHISMO

Del machismo no se sale ni con plantones ni marchas. Es un proceso más largo, más íntimo, de mucha disciplina. Es la verdad. Pero es una forma de visibilizar un problema que no ha sido resuelto en Ecuador. Y menos cuando se han aplicado políticas de Estado ofensivas y degradantes que califican a los hombres, en última instancia, de brutos, torpes, violadores. Eso no dio resultado, ni lo dará.

POR: Jean Cano
Periodista de investigación, editor general de la revista Criterios de la Cámara de Comercio de Quito.

Un hombre requiere de capa-citación, sen-sibilización, hacerle ver cruda-mente lo que pierde y no llega a ver con sus actitudes… Necesita, eso sí, menos señala-mientos que caen en la ridiculi-zación".

La frase era inclusiva. Fuerte. Avergüenza. “Señor, señora, no sea indiferente. Se mata a las mujeres en la cara de la gente”. Esa era una de las proclamas de centenares de mujeres y hombres cantaban en la avenida de los Shyris, el domingo 20 de enero, por la tarde. Vestidos de negro. Con banderas negras. Y carteles con toda clase de mensajes antimachistas.

Sí. Del machismo no se sale ni con plantones ni marchas. Es un proceso más largo, más íntimo, de mucha disciplina. Es la verdad. Pero es una forma de visibilizar un problema que no ha sido resuelto en Ecuador. Y menos cuando se han aplicado políticas de Estado ofensivas y degradantes que califican a los hombres, en última instancia, de brutos, torpes, violadores. Eso no dio resultado, ni lo dará si se repite en el futuro.

Son necesarias leyes que combatan la violencia intrafamiliar. De seguro. Pero tomando en cuenta que la violencia no tiene género ni nacionalidad. La actuales políticas de Estado no han detenido la violencia machista, y todavía queda mucho por hacer. Por ejemplo, niños, niñas, adolescentes o los hombres y mujeres de la tercera edad también son vulnerables.

Es lamentable. Pero las tareas para las políticas de igualdad tiene escasos recursos, inequitativamente distribuidos y poco auditados. Hablamos de casi un millón de dólares para las políticas de igualdad para enfrentar la violencia intrafamiliar, desnutrición, embarazo adolescente, suicidio, abandono a los ancianos… Casi el 56% del dinero destinado a las políticas de igualdad, según datos de la Agenda Nacional para la Igualdad Intergeneracional con datos del 2016, fue para las políticas de género. Un 30% a los adultos mayores. 13,9% para discapacidades. Y entre interculturalidad, movilidad humana, niñez y adolescencia, y juventud no llega al 1%.

La pregunta es: ¿en qué se invirtió el 56% de ese dinero? ¿Ayudar a todos los grupos puede resultar más beneficioso ante los resultados que tenemos actualmente? Las autoridades del área social deben responder.

Mientras tanto el machismo está en el ambiente. Lo respiramos a diario. Lo respiro y vivo a diario. Y, les prometo, intento sacarlo de mí todos los días. Por eso estoy claro: es una tarea descomunal que un hombre se transforme en medio de este ambiente. Un hombre requiere de capacitación, sensibilización, hacerle ver crudamente lo que pierde y no llega a ver con sus actitudes… Necesita, eso sí, menos señalamientos que caen en la ridiculización. La tarea es prevenir y convivir mejor. ¿Cierto? ¿O a quién conviene que sólo exista la visión punitiva?

Tengo dos hijos, una es mujer. Con ella fuimos a la marcha. La vi levantar la bandera negra. Y, mientras la observaba de lejos sin sentir que es mi enemiga porque pelea por sus derechos como mujer, pienso que las leyes contra los hombres no serán suficientes para detener el machismo. Requiere de un cambio cultural, con políticas transversales. Intergeneracionales.

El ejemplo claro de que no solamente se necesitan leyes que manden a la cárcel a los agresores, sino un enfoque mucho más amplio, es el caso de la muerte de Diana Carolina Ramírez Reyes. La mujer fue asesinada por su pareja sentimental con dos puñaladas que comprometieron uno de sus pulmones y su corazón. La Policía y decenas de ciudadanos vieron todo. Hasta lo grabaron. Nadie se arriesgó por ella. 

Este crimen muestra tres problemas graves. Lastres sociales que van más allá de combatir el machismo con leyes duras.

Uno, este hecho nos enseña que el machismo que hace que hombres y mujeres vivamos consecuencias nefastas. Y las leyes que se han creado no han evitado ni ese asesinato, ni ningún otro de los 88 que van en este año. Endurecer las penas no fue suficiente.

Dos, las fronteras abiertas no es sinónimo de respeto a los DD.HH.. Es urgente un mayor control ante la huida de los venezolanos, indudable. Pero también se requiere de una postura de rechazo más firme ante el dictador Nicolás Maduro. La idea no es controlar gente venezolana que huyen del populismo, la corrupción, los criminales. Sino que los venezolanos puedan decidir y no estar obligados a abandonar su tierra, porque allá no ejercen todas sus libertades. Pero este gobierno no está ni en el Grupo de Lima ni cuestiona duramente a los sátrapas de Nicaragua, Cuba, o Bolivia. Sus pares ideológicos. Solo actúa cuando lo cuestionan duramente casa adentro. Es un gobierno ya que se siente extremadamente débil.

Tres, los uniformados no supieron cómo reaccionar ante el hombre con el cuchillo en la mano. La Policía sufre las consecuencias de tener un grupo de resentidos exguerrilleros y pillastres en el poder. Lo mismo pasa en la milicia. Los desactivaron para poder hacer lo que les dio la gana. El cambio, en la Fuerza Pública, empieza desde las decisiones políticas, las leyes, la preparación y el trabajo educativo anticorrupción. Así, cuando vean a un armado que amenaza a un ser humano, no les temblará la mano. Tratarán de controlarlo con la fuerza física pero con absoluta técnica, con respeto a los DD.HH. y con el uso progresivo de la fuerza. O apuntarán con sus armas de fuego y accionarán la pistola si es estrictamente necesario. Eso piden todos. Y no importa si es venezolano, gringo, español… Porque la mayoría de delincuentes en Ecuador, son, estadísticamente, los propios ecuatorianos.

Detrás de ese crimen no sólo está el machismo. Ni se pudo evitar con leyes duras. Así, ese mal social sigue triunfando… Ahora, las mujeres decidieron salir a protestar. Es justo. Y busco colaborar en la pelea que ellas han decidido ofrecer. Incluso mi hija.

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