Por: Jesús Gualavisí - MGTL
Como la habíamos alertado en ocasiones anteriores, la llegada al poder
de Trump y su grupo económico iba a significar una crisis general del
Imperialismo como lo conocemos hasta el momento. El grupo económico que hoy
gobierna los EEUU tiene intereses muy diferentes al que vino gobernando desde
Reagan hasta Biden, por ejemplo, entre otras cosas no tiene interés en el
petróleo. Tesla, Amazon, Meta, y demás están interesados en el campo de las
materias primas en las llamadas tierras raras, en el litio, etc., empresas
tecnológicas buscan dar un salto de la dependencia petrolera hacia otras formas
de energía centradas por ejemplo en la electricidad, en el gas y en otras
formas de generar una base energética más eficiente.
Por otro lado, los
grandes capitales, tanto nacionales como empresariales han dejado de
interesarse por las monedas FIAT, es decir, monedas fiduciarias, producidas y
controladas por los gobiernos a través de los “bancos centrales” y han puesto
sus capitales en el atesoramiento que brindan nuevas formas de acumulación de
valores para la especulación como el BITCOIN, la principal reserva de valor y
el bien más escaso. Al día de hoy, por ejemplo Tesla, posee 9.720 BTC, China
posee 15.000 BTC, el Reino Unido 61.245 BTC, EEUU posee 198.109 BTC, Blackrock
posee 575.492 BTC, estando estos entre los mayores propietarios del mundo, al
momento de escribir este artículo cada BTC tiene un precio de 88 mil dólares
americanos. Los movimientos y sacudidas de mercado que generan las políticas de
Trump van paulatinamente destruyendo el control que tenía la Reserva Federal
con la emisión del dólar, pero también van desmoronando todas las apuestas de
inversión tradicionales, tras los ciclos de crisis los grandes grupos
transnacionales compran baratas acciones de nuevas materias primas y
criptomonedas y esperan su subida que les permite por lo menos duplicar la
ganancia invertida.
China no es ajena a
esta nueva dinámica del capital, la economía del gigante asiático ha venido
creciendo sin parar, pero no solo en la esfera de la producción de
manufacturas, sino en la inversión planificada en nuevas tecnologías y nuevos
activos de acumulación de valores, por eso vemos, que los chinos invierten como
Estado pero también como privados en lo mismo que está invirtiendo la nueva
burguesía yankee. China tenía dos ventajas frente a la burguesía de Biden, en
primer lugar la protección y planificación de su proceso industrial y
tecnológico, con Trump ve en el magnate un oponente de peso, entre otras cosas
porque copia su modelo económico. El tema de los aranceles y reservas
estratégicas de valor es un intento de emular el éxito chino, pero con la
dificultad de la grave crisis que atraviesa la economía gringa.
Al momento de escribir
este artículo Trump ha anunciado un 125% de aranceles para los productos chinos
y a su vez China ha respondido con un 125% para productos gringos, siendo ya
una guerra totalmente desatada. El resto de países, como los latinoamericanos
con excepción de México y Venezuela, se han puesto de rodillas ante el yankee
agradeciendo que “solo” haya grabado sus productos con el 10%, aunque esto en
la práctica significa la liquidación de economías débiles que por lo general
dependen de uno o dos productos, mención aparte merecen Noboa y Milei que
prácticamente lo han anunciado como una victoria. Europa ha sufrido también el
impacto, con el plus de que por ser serviles a Biden se bloquearon a sí mismos
de la economía rusa, para luego terminar pateados por Trump y la deriva
económica. Unos casos como España han ido corriendo tras la tabla de salvación
que les ha lanzado Xi Jinping y otros como Polonia se han puesto a, como lo
dijo el mismo Trump, “lamerle las botas” para que baje los aranceles.
Parece que al final del
día China saldrá beneficiado abriéndose como un mejor mercado para Europa y
Asia, y también para algunos países de América Latina, se sabe, por ejemplo,
que los intereses del magnate Slim, luego de ser tachado de narco por Elon
Musk, salieron de Tesla y se fueron a empresas chinas generando pérdidas de miles
de millones al millonario nazi sudafricano, Rusia ha permanecido intocable en
el conflicto y ve a distancia como la crisis generada por Trump liquida a sus
principales enemigos de la Unión Europea, que además se liquidaron a sí mismos,
con las sanciones que les obligó a tomar Biden contra Rusia, pero también con
la venta de sus activos en BTC como lo hizo Alemania, prácticamente liquidando
su propia economía. Europa es la gran perdedora de la guerra de aranceles, y no
está lejos la crisis, la guerra y el ascenso del fascismo.
La estrategia de Putin
ha sido contundente, le aplicó una guerra prolongada a los nazis de Kiev, que
terminó por convertirse en un embudo sin fondo de la riqueza de Europa, miles
de millones de euros de los bolsillos de los contribuyentes europeos han
terminado en los bolsillos de los nazis que dirigen a Zelensky y en las
“picadoras de carne” que la ineptitud militar de la OTAN han generado a lo
largo de todo el frente de batalla, abandonado a su suerte por Trump, Zelensky
se gasta los últimos fondos de dinero europeo en corrupción y mandar a la
muerte a los pocos jóvenes que quedan en el país. Ucrania está condenada, pero
Putin sabe que, mientras más se prolongue la guerra, Europa terminará más
desangrada y en una peor crisis, y eso la convertirá a la vuelta de la esquina
en un territorio fértil para los negocios rusos como Gazprom, los alemanes no
podrán sostener su regreso al siglo XIX generando energía con carbón, y Trump
se los va a vender solo si pueden pagar sus aranceles, ver a Europa de rodillas
ante Rusia es cuestión de tiempo, pero, mientras más se demoren, más tendrán
que besar botas en el Kremlim.
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