Por: Pedro Pierre
Luego de la traición del expresidente Moreno, apoyado
por 29 asambleístas, y de la pandemia neoliberal organizada por el FMI (Fondo
Monetario Internacional), vino la pandemia del COVID que sembró decenas de
miles de muertes entre la población indefensa, la indolencia culpable del
gobierno y la corrupción campante en la adquisición y la venta de las vacunas.
Esta situación fue prolongada por el gobierno de Guillermo Lasso con la
complicidad de los grandes medios de comunicación comerciales.
Pero el resultado de las últimas elecciones fue como un terremoto: El
gobierno perdió la consulta con una goleada de 8 a 0. Los partidos progresistas
del la Revolución Ciudadana y de Pachakuik lograron un sinnúmero de prefecturas
y alcaldías, como también la elección de la mayoría de los miembros del Consejo
de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) que la derecha quería
eliminar.
El panorama político cambió, poniéndose en contra de las políticas
neoliberales y de la corrupción y manipulación del gobierno y de sus
instituciones. Para darse un baño de buena conducta, de un lado, la embajada
norteamericana permitió las denuncias de corrupción del actual gobierno y de su
entorno cercana. Por otro lado, la fiscalía del Estado sorpresivamente anunció,
5 años después de las denuncias, que aceptaba el enjuiciamiento del gobierno de
Lenin Morena y de su círculo familia por corrupción generalizada. En fin, los
asambleístas, masivamente con 104 votos, dan paso a la admisibilidad del juicio
político del presidente Lasso.
De estas maneras, la votación del 5 de febrero abre nuevos caminos de
esperanza se están abriendo para un cambio de rumbo en la política nacional, al
gran dan de los medios de comunicación neoliberales que callan o distorsionan
estas novedades. ¿Qué pasó y qué va a
pasar?
La mayoría de los ecuatorianos no olvidamos que “antes estábamos mejor”
y que se nos robó y descartó la decisión de continuar con un gobierno
progresista y su década ganada. Tampoco se asumió la incesante compaña de
mentiras y de odio.
No se creyó en las ilusorias promesas de una nueva consulta mañosa y se
optó para exigir un cambio de rumbo y el emprendimiento de caminos nuevas para
el país. Los militantes de la Revolución Ciudadana y de Pachakutik hicieron una
campaña de despertar, haciendo conciencia que ‘sí, podemos cambiar’ e influir
en la orientación de las políticas catastróficas de la derecha. Dejamos ‘en la
lona’ un gobierno inepto, los partidos que lo apoyan y se benefician de sus
favores, como también los grandes medios de comunicación con sus falacias
constantes.
En esta última campaña electoral, los movimientos sociales demostraron
que no estaban muertos ni habían desaparecido, sino que trabajaron para
explicar y motivar a los ciudadanos que “podemos cambiar”: “En el voto esta
nuestra fuerza y nuestro derecho a ser escuchados” – “¡Podemos ganar!”. Decenas
de miles de ciudadanos utilizaron las redes sociales para explicar el engaño de
la consulta y la necesidad de volver a ser un ‘país soberano’ en el camino del
‘Buen vivir y convivir’: “¡Otro Ecuador
es posible, urgente y necesario!”
Las últimas elecciones implicaron sobre todo la necesidad de confirmar
en la práctica la dirección indicada, sin esperar que otros hagan el trabajo en
vez nuestra.
La dirección correcta se emprenderá y se fortalecerá en la medida en que
seguiremos controlándola y fomentándola. Son nuestra organización y nuestras
voces que exigirán que se cumpla lo que hemos expresado en las urnas. El camino
de esperanza no se torcerá ni se desvirtuará si seguimos vigilantes y
participativos, porque “somos los mandantes”.
La gran novedad de estas elecciones es que se eligió gente joven entre
la cual hay muchas mujeres, pero sobre todo se demostró que los cambios tienen
que venir de las bases y no de las cúpulas: “El cambio somos nosotros”, y
también “el poder somos nosotros” … Los partidos políticos y sus líderes no van
primeros, sino los ciudadanos organizados en movimientos sociales y
organizaciones populares: los partidos son las manos que obedecen a las cabezas
ciudadanas más conscientes y unidas en sus múltiples colectivos vivos,
pensantes, claros y esperanzados.
Para los cristianos, el libro del Apocalipsis es el libro de la
esperanza. Mediante imágenes simbólicas, este libro nos habla de 2 bestias
terribles que terminan derrotadas. La primera bestia lleva el número 666 que a
la vez escondía y revelaba, para los cristianos de ese tiempo, el nombre del
emperador Nerón. Este no quería que ganaran espacio las Comunidades cristianas
decididas a vivir la fraternidad y el compartir equitativo en nombre del Dios
de Jesús de Nazaret. En cuanto a la segunda bestia, ésta era la ideología que
llevaba adelante el emperador romano: “Yo soy el hijo de dios y la encarnación
de la divinidad: Mis órdenes son órdenes divinas”.
Hoy siguen vivas estas 2 bestias con la economía de mercado, divinizada por su ideología neoliberal. Hemos herido de muerte estas 2 bestias, pero su agonía va a perdurar si nos descuidamos y no nos constituimos en protagonistas del país que queremos y hemos comenzado a construir. “La esperanza es nuestra gestación”: Está por nacer y crecer desde nuestras luchas y organizaciones. Como ayer y anteayer, Dios apoya esta esperanza certera.
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