Por: Gabriela Muñoz
¿Qué
ha cambiado en la vida de Aura tras su aparición en televisión y el
confinamiento? Reflexiona que la gente tiene que hacer lo que le gusta, lo que
ama, lo que le apasiona. Y perseguir los sueños sin renunciar a lo que uno
lleva grabado en el alma. “Y cuando lo visualizas, lo consigues”.
“¿Sabes
lo que mejor que hizo mi madre por mí? Cuando era señorita, sacarme del recinto
El Toro, donde nací. Porque en mi pueblo, los hombres hacen que niñas de 14
años estén casadas y tengan muchos hijos. Y mi madre no quiso eso para mí, no
quiso”, dice orgullosa Aura Zamora, la manabita que el Ecuador conoció y admiró
por su sazón con los mariscos, noche a noche y durante varios meses, en la
primera temporada del reality show Master Chef.
Cada vez
que puede, Aura va a El Toro. Lo que se sabe de este recinto es que es uno de
los más alejados del cantón Pedernales y que en el terremoto del 2016 el pueblo
se destruyó a tal punto que la gente se metía entre los escombros para
protegerse del sol.
“Mi madre
es afro. Se llama Secundina Cabezas y gracias a ella aprendí a amar la cocina y
a sazonar la jaiba, el cangrejo, el camarón, la concha… como tiene que ser”,
dice mostrando las fotos de cuando fue reina del colegio, con su cabello largo
y ensortijado, en uno de los callejones de su casa ubicada en un conjunto
habitacional de la avenida Los Granados, en el norte de Quito.
A Aura se
la conoce hace un año. Accedió feliz a contar su historia tras ser tendencia
varios días en las redes sociales por su ímpetu y por mostrarse tal cual es.
“Ah, eso sí. Siempre yo igualita. Aquí y en cualquier lado, como buena manaba”.
No
esconde ningún detalle de su vida. Se enamoró a los 19 años. Se quedó
embarazada y su pareja la abandonó cuando estaba de tres meses. “No me hice
problema. ¿Qué podía hacer? Arrendé un cuarto en La Magdalena, compré una cama,
un sillón, unos platos, tazas… y así tuve a mi hijo Joel, quien hoy es campeón
sudamericano en patinaje”.
Sentada
en el sillón de su casa y mirando su cocina, la manabita de piel bronceada y
ojos vivaces recuerda que su especialidad de físico-matemático en el colegio le
permitió ingresar al Banco Pichincha, donde fue digitadora.
Aura
Zamora aprendió en su pueblo en el cantón Pedernales los secretos de la cocina
manabita.
“HASTA
QUE LLEGÓ LA OPORTUNIDAD DE PARTICIPAR EN EL REALITY Y HUBO IMPORTANTES
MODIFICACIONES EN MI VIDA. LUEGO DE QUE SALES EN LA PANTALLA, ALGUNAS COSAS
CAMBIAN. POR EJEMPLO, TUVE QUE APRENDER
A MANEJAR EL INSTAGRAM Y FACEBOOK. LA GENTE QUERÍA COMUNICARSE CONMIGO Y CONOCER
MÁS DE LO QUE HAGO”.
Ahí
conoció a su esposo, Roberto Bohórquez, con quien tuvo dos hijos: Abigail,
quien practica esgrima, e Ismael, experto en kickboxing. Luego, trabajó para la
constructora Naranjo Ordoñez y ahí fue asistente de Presidencia. Mientras
estudiaba Contabilidad en la Cámara de Comercio de Quito entró a trabajar en la
llantera Italcauchos.
Para
aumentar el ingreso familiar, Aura se dedicó a conducir en Uber y Cabify. “Hasta que llegó la oportunidad de participar
en el reality y hubo importantes modificaciones en mi vida. Luego de que sales
en la pantalla, algunas cosas cambian.
Por ejemplo, tuve que aprender a manejar el Instagram y Facebook. La
gente quería comunicarse conmigo y conocer más de lo que hago”.
Actualmente,
Aura tiene una cuenta en Instagram con 34.800 seguidores con el nombre Aura
Zamora, La Criollita. Tiene una empresa de catering donde cocina sus mariscos
al ajillo, rellenos, con maduro y sus paellas acompañadas con sangría.
Antes de
que el virus del Covid-19 llegara al mundo, fue invitada a encuentros de
emprendedores y grababa sus recetas en un set. “En el confinamiento me tuve que
reinventar. Empezar otra estrategia para que la gente siga disfrutando mi
sazón”.
En los
días de la Madre y del Padre, por ejemplo, Aura entregó cangrejos rellenos y
paellas a domicilio. “Se me acabó todito”, dice.
La
publicidad la hizo por Instagram y los pedidos por Whattsapp. Cada cliente le
envío una foto agradeciéndole por la sazón y Aura las subía a sus redes para
mostrar la felicidad de la gente contenta comiendo sus cangrejos, en medio del
encierro de la cuarentena. Su esposo, quien siempre la alienta a no abandonar
sus sueños, se encargó de repartir la comida por todo Quito.
¿Qué ha
cambiado en la vida de Aura tras su aparición en televisión y el confinamiento?
Reflexiona que la gente tiene que hacer lo que le gusta, lo que ama, lo que le
apasiona. Y perseguir los sueños sin renunciar a lo que uno lleva grabado en el
alma. “Y cuando lo visualizas, lo consigues”.
La
manabita postea a diario sus logros. Ya no solo de su emprendimiento, sino de
su cotidianidad.
Estas
líneas se escriben cuando Aura Zamora promociona su rompope manaba, una de las
recetas que su madre Secundina le enseñó antes de sacarla del recinto El Toro y
darle las alas necesarias para que pueda volar.
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