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BÚNKER. La Senain opera desde una vivienda en Lumbisí, donde el acceso es restringido. |
El problema de la
Secretaría Nacional de Inteligencia es que consolidó una lógica de policía
política y partidista en lugar de inteligencia estratégica institucional.
La
cámara oculta en el despacho presidencial, más allá de si estaba prendida o
apagada, pone en discusión una pregunta trascendental en una sociedad
democrática: ¿Cómo Opera el sistema de inteligencia? En el fondo, la
preocupación que se advierte es que en lugar de ser una inteligencia militar y
policial de carácter técnico, estratégico y moderno, sea utilizado como una
policía política que no rinde cuentas a los demás poderes del Estado y que
sería usado por el Ejecutivo de manera absolutamente discrecional.
El
analista de inteligencia estratégica Freddy Rivera rememora que la creación de
la Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain) tiene un contexto histórico
inmediato. Los antecedentes eran los ‘pesquisas’ civiles o policiales, un servicio
de inteligencia político adscritos a la Presidencia o al Ministerio de
Gobierno, y que funcionaba con fondos reservados, por cuando con el escándalo
de esos fondos, en 1997, quedaron debilitados. En el año 2009 se crea la Senain
con la idea, en principio, de establecer una “inteligencia moderna,
profesional, con peso civil, con perfiles académicos” que sigan el ejemplo de
los países desarrollados, donde comisiones especializadas de los poderes
legislativos de monitoreo, control y rendición de cuentas.
Rivera
se lamenta, pues esa idea inicial, nunca se concretó. A su juicio, fue el
exsecretario Raúl Patiño quien le comenzó a dar un tono marcadamente político a
la Senain. De hecho, él considera que la participación militar es casi nula,
“participan por guardar las formas, pero después del 30s la fractura entre
policías y militares es brutal”, pese a que aportan en temas de interés
nacional, como el narcotráfico. “En los últimos años, con anuencia de Correa,
se transformó la idea de inteligencia estratégica, que no se concretó, y se
convirtió en inteligencia política”.
“En
democracia funcionan los contrapesos, es decir, los controles horizontales por
lo que se llama la accountability de la inteligencia, que hacen el legislativo
y también un el poder judicial”, señala, controles que no sólo son respecto del
presupuesto sino de la legitimidad y legalidad de las operaciones, y las
decisiones políticas. “En un país donde hay rendición de cuentas la Senain
tendría que explicar quién le mandó a investigar a tal personaje, quien le dio
autorización, qué juez dictaminó la violación de la privacidad de las
comunicaciones, a qué razón y por qué esa persona constituye una amenaza para
el Estado”, señala, “aquí no hay separación entre la dimensión partidaria,
ideológica y política”. Para él, la Senain requiere una modificación urgente,
además, que sea auditada y controlada.
Por
su parte, el historiador Enrique Ayala Mora reflexiona que una seguridad
nacional es necesaria, en manos de Fuerzas Armadas y Policía, “pero lo que
sucede es que los gobiernos autoritarios y corruptos, ponen los aparatos de
seguridad al servicio de las personas que gobiernan, incluso ya no para
proteger a la sociedad sino para encubrir irregularidades y a extremos de que
con el dinero del Estado se persigue a personas, se las espía, incluso al mismo
presidente de la República”.
Ayala Mora recuerda que
en su etapa de estudiante universitario, durante el gobierno de Velasco Ibarra,
había carros sin placa que seguían a opositores, “el problema ahora son las
dimensiones, en esa época la estructura de seguridad era mucho más pequeña y
desde luego no llegaba a la intimidad de la gente como llega ahora”. Es por eso
que mira la necesidad de transparentar los sistemas de inteligencia, que no
hayan autos sin placas ni personas que no se identifican vigilando a
ciudadanos. “Lo que es lamentable es que habiendo ya cambiado el gobierno hace
ya cuatro meses, todavía el presidente no tenga control sobre las instancias de
inteligencia en el país, eso es preocupante”, comenta. FUENTE: DIARIO LA HORA.
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