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Estacas, palas, brochas, alicates, son parte de las herramientas de los desminadores. Estas no generan chispas. |
En hojas de cuaderno
los soldados ecuatorianos trazaron los croquis correspondientes a los campos
minados sembrados en torno a los destacamentos que defendían en la denominada
Guerra del Cenepa, en 1995. Dibujaron árboles, ríos, laderas, con referencia en
el número de pasos, puntos cardinales. Utilizaban brújulas. No había GPS.
Esta
documentación ha sido primordial en las tareas de desminado que cumplen los
militares en la frontera con Perú, incluido el 1 kilómetro cuadrado de
Tiwintza, delimitado en territorio peruano luego de la firma de la paz. Allí no
hay soberanía nacional. El paso depende de acuerdos entre cancillerías.
Los
croquis trazados a mano corroboran la existencia en Tiwintza de diez campos
minados, pero tres adicionales fueron detectados dentro del trabajo conjunto de
militares ecuatorianos y peruanos.
La
tarea empezó en el 2015 con tres intervenciones por año, cada una de 20 días,
refiere el teniente coronel Ignacio Fiallo, comandante ecuatoriano de la Unidad
de Desminado. Él indica que en Tiwintza habría alrededor de 650 minas, de las
cuales resta neutralizar 200.
“Si
el papel nos dice que en este campo se ha sembrado tal número de minas,
nosotros debemos encontrar ese número de minas para considerar que ha sido una
operación exitosa”, refiere sobre los croquis.
El
jueves 7, en Tiwintza, un equipo de EL UNIVERSO es testigo del trabajo que
cumplen las cuadrillas binacionales de desminadores, en la primera vez en 22
años que civiles acceden al histórico destacamento en medio de la selva
amazónica. Los tenientes Saúl Alomoto, de Ecuador, y Henry Reátegui, de Perú,
están al mando.
Este
jueves a Reátegui le corresponde dar las órdenes y recordar a los soldados la
importancia de precautelar la integridad. Habla de ceñirse al protocolo, que es
específico para el sitio y se llama Tiwintza. Dice que la evacuación
aereomédica se realizará con un helicóptero peruano y que el herido será
llevado al hospital de Macas.
Si
no hay condiciones meteorológicas para el vuelo del helicóptero, no hay
desminado, comenta el comandante Fiallo, una vez que los soldados se han
adentrado a la espesa selva, a través de una ruta de cinta amarilla con la
palabra Peligro.
Los
nacionales Martínez, Naranjo, Tapia, y el peruano Huapaya, son parte del
personal de desminadores. Están provistos de pechera, protector de ingle, visor
y botas, todas con láminas de kevlar, material liviano y resistente a altas
temperaturas.
Las
minas antipersonales fueron pensadas para mutilar piernas, provocando la
necesidad de evacuar al herido, diezmando el número de hombres en el campo de
batalla. Según Fiallo, no ha habido accidentes en la labor de desminado, que es
compleja y que en el país empezó en el 2000.
Los
hombres utilizan detectores de metales. Luego intervienen con palas, brochas.
La extracción lo hace un supervisor y al final de la jornada provocan el
estallido de todas las minas encontradas.
Fiallo
comenta que el conflicto dejó contaminadas las provincias de El Oro, Loja y
Pastaza, Zamora Chinchipe y Morona Santiago, que resta el retiro de 4.100
unidades explosivas. Ya se han neutralizado más de 11.000, en 17 años. (I)
Desminado
Los
ecuatorianos cuentan con una unidad de canes explosivistas, para corroborar que
no hayan quedado minas, una vez que pasó la detección manual. Asimismo, el
Ejército cuenta con un robot provisto de martillos para neutralizar los
explosivos conforme cubre un área. En el conflicto de 1995, Ecuador utilizó
minas antipersonales de origen brasileño; Perú sembró minas de procedencia
rusa. Diario el Universo.
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