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lunes, 31 de julio de 2017

LA VIDA BAJO VIGILANCIA


Daños. Desde el primer día, Jiménez dice que tuvo
daño a su tobillo por el uso del dispositivo. (Henry Lapo / expreso)
Aceptó que un dispositivo electrónico negro apriete su tobillo de la pierna izquierda a cambio de poder abrazar a su familia. Cléver Jiménez, exasambleísta de Pachakutik, dice que su situación es ‘humillante’.

Aceptó que un dispositivo electrónico negro apriete su tobillo de la pierna izquierda a cambio de poder abrazar a su familia. Cléver Jiménez, exasambleísta de Pachakutik, dice que su situación es ‘humillante’.

Se consuela pensando en que era eso o seguir en la clandestinidad en la que vivió por ocho meses para evitar ir a prisión por el delito de supuestas injurias al expresidente de la República Rafael Correa.

La conjueza Magaly Soledispa ordenó, a inicios de mes, el uso del dispositivo y que se presente semanalmente ante la autoridad. El martes 22 de julio, Jiménez fue a la Fiscalía y salió con el aparato de localización en su pierna izquierda.

Por ahora se acostumbra a su ‘nuevo compañero’, mientras se desplaza entre Quito y Zamora. Tendrá que tenerlo hasta que su situación se decida en un juicio que aún no tiene fecha. Jiménez y su exasesor, Fernando Villavicencio, fueron investigados por la presunta divulgación de correos electrónicos del exmandatario. El segundo está esperando asilo político en Lima.

El exasambleísta recibió a EXPRESO en su departamento, en Quito. Está seguro de que su actual situación es una persecución por las denuncias que presentó. Asegura que aún tiene documentos para sustentar sus sospechas de actos de corrupción.

El aparato, cuenta, pesa casi 200 gramos y le causa molestias en su tobillo. “Me estaba pelando y tuve que ponerme una venda”, explica mientras muestra la zona afectada.

Y la molestia es permanente. Al caminar, lo siente pesado, incómodo, molesto. También le causa complicaciones para dormir. Bañarse es menos difícil: al menos ya se acostumbró. Eso sí, sabe que mientras lo use no podrá zambullirse en una piscina o sumergirse en el mar, que tanto le gusta.

Hace lo posible por adaptarse a la nueva situación. Aunque se siente fortalecido insiste en que es “inhumano para cualquier persona”. La peor parte, sin embargo, es el impacto psicológico.

Pero lo que más le desagrada es tener que pasar cuatro horas con la pierna extendida mientras el aparato se carga a través de un conector eléctrico enchufado en un tomacorriente de la pared. Esa rutina, a la que califica como ‘estresante’, la debe cumplir cada ocho horas. Para que no se le olvide, funcionarios del Ministerio de Justicia desde el ECU-911 le alertan si el dispositivo se está descargando.

Cuando viaja a Zamora para ver a su familia dispone de una batería externa que le ayuda en el viaje de casi 12 horas.

El 22, ya con el dispositivo en su pierna, vio a sus hijos después de ocho meses. En su inocencia, el mayor trató de ‘librarle’ del localizador. Ese día hubo un homenaje de sus amigos, familiares y simpatizantes que lo recibieron con una caravana. Pero de la felicidad, Jiménez pasa a la sospecha: siente que su vida está en peligro porque “me tienen vigilado”.

El dispositivo no graba nada, asegura el Gobierno

Se los conoce como ‘brazaletes’. Sin embargo, Liliana Guzmán, viceministra de Atención a Personas Privadas de la Libertad del Ministerio de Justicia, precisa que el nombre correcto es ‘dispositivo de georreferenciación’. El uso de esos dispositivos, como alternativa a la prisión consta en el Código Orgánico Integral Penal (COIP).

El ministerio, recuerda la funcionaria, no decide quién los usa, sino que es una decisión de los jueces.

Se adquirieron alrededor de 5.000 aparatos de tres clases: las tobilleras (3.000) de libre circulación como la que usa Cléver Jiménez.

Hay, además, 600 aparatos más que son dobles. Es decir un localizador y un brazalete. Estos se entregan a víctimas y agresores. En caso de que se acerquen llegará una notificación a la Policía Nacional.

Actualmente, 317 personas utilizan los brazaletes en todo el país. La mayoría de los aparatos, según las estadísticas oficiales, se utilizan por un cambio de régimen en las penas de los acusados.  FUENTE: DIARIO EL EXPRESO.
Cuatro horas. Tiempo que demora en cargarse el dispositivo de localización.

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