La
situación actual que estamos atravesando ha desnudado a la sociedad. Lo que
antes señalábamos con un grito de protesta por los pobres del país, hoy lo
palpamos en la realidad cruda y lacerante de quienes trabajan por cuenta propia
y viven el día a día, de quienes duermen en las calles, de los trabajadores que
venden su fuerza de trabajo en las empresas y son despedidos, de los maestros
que sin sueldo tienen que seguir laborando por teletrabajo, ocuparse del hogar
y de sus hijos, mientras por otro lado, los gobernantes insensibles, listos
para las fotos y videos, asambleístas que no quieren solidarizarse con un solo
centavo, banqueros y grandes empresarios que apenas sueltan migajas de sus
millonarias ganancias porque de su patrimonio no sueltan nada y claman por sus
“pérdidas millonarias”, porque a pesar de los grandes capitales que tienen, no
pueden mover hacer nada y necesitan de las manos, sudores y sacrificios de los
trabajadores.
En medio de este maremágnum, tenemos la
solidaridad, a riesgo de sus vidas, de médicos, enfermeras, auxiliares,
internos rotativos, campesinos, que siguen produciendo la tierra para alimentar
a la sociedad ecuatoriana, y de policías y militares, junto a la población
defendiendo la vida y la salud, y no en su contra, como aconteció en octubre de
2019.
Ahí está presente la solidaridad del
pueblo y los profesionales fabricando mascarillas y ataúdes, entregando
alimentos, elaborando medios de protección, artistas dando todo de sí para que
el pueblo soporte esta emergencia, entre otros. Solo el pueblo salva al pueblo.
Pero hay un sector muy vulnerable en
esta emergencia: los adultos mayores, que al inicio señalaron que debían ser
los más cuidados.
En familia por supuesto hay esa
solidaridad, pero no existe la preocupación por parte del gobierno, una vez más
hemos sido invisibilizados por los medios de comunicación y la sociedad,
incluso por los dirigentes de algunas organizaciones sociales.
Según datos del Instituto de
Estadísticas y Censos (INEC), la población de adultos mayores en Ecuador llegará
hasta finales del 2020 a 1,3 millones. Eso significará un 33% más que en 2010,
año en el que se realizó el último Censo de Población y Vivienda.
El Ministerio de Inclusión Social (MIES)
en su último reporte sobre el estado de este segmento poblacional, emitido en
noviembre de 2019, confirmó que la población ecuatoriana envejecerá
aceleradamente con el pasar de los años y calcula que habrá 705.000 mujeres y
606.000 hombres en este grupo.
Y a pesar de que cada día hay más
adultos mayores en el país, sus condiciones de vida no son las mejores, pues no
existen fuentes de empleo, ni programas orientados a mejorar el poder
adquisitivo de este segmento poblacional.
Debido a la falta de ingresos
económicos, 2.975 personas de la tercera edad viven en condiciones de pobreza y
otras 60.000 se encuentran en situación de extrema pobreza.
Otros datos que retratan la difícil
realidad de los adultos mayores es que alrededor de 550.000 personas de la
tercera edad han sufrido algún tipo de violencia, según el ex viceministro del
MIES, Marco Cazco. Esto significa que el 44% de adultos mayores ha sido víctima
de maltrato, abandono, o despojo del patrimonio.
Rodrigo Tenorio, psicólogo que trabaja
con adultos mayores, dice que la violencia que sufren las personas de la
tercera edad en su familia es la que genera mayores problemas psicológicos. “Un
adulto mayor que es rechazado, se deprime. Cuando presenta este cuadro es
difícil que lo supere porque generalmente no accede a ayuda especializada”,
agrega Tenorio. El especialista dice que una persona que tiene más de 70 años
“necesita el apoyo de su círculo social más cercano para tener una buena
calidad de vida”.
De este universo somos 432.780
jubilados, que han aumentado su estado crítico en el encierro determinado por
la emergencia.
Entre los maestros jubilados hay
fallecidos que se van sin recibir el incentivo jubilar, día tras día, no
solamente producto del corona virus, sino por las dolencias de salud y porque
el gobierno nos está matando a cuenta gotas.
Ya que no nos toman en cuenta en las
estadísticas gubernamentales, existen voces de todos los rincones del país
exigiendo que cumplan con nosotros o tomaremos medidas desesperadas, pues
preferimos morir en las calles peleando, con el peligro del COVID 19, a morir
entre la desesperanza y el olvido en nuestros hogares.
Nos preguntamos, ¿si acaso se pone en
práctica los dictámenes del Fondo Monetario Internacional en el que determinan
que los adultos mayores estamos demás en esta sociedad por demás injusta?
Revista Rupturas.
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